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El Ahijado Del Viento

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por Juan Oriental, 15 de Septiembre de 2006. Respuestas: 2 | Visitas: 2294

  1. Juan Oriental

    Juan Oriental Poeta que considera el portal su segunda casa

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    ...

    Malhumorada y lánguida, se agazapa la tormenta. En la cruz de los caminos, donde solíamos encontrarnos, amor, se detuvo el Viento como decidiendo hacia que rumbo soplar. Entonces me le acerqué, y le pregunté por ti. Por tu amor, que faltó a nuestra cita, aquí, en la cruz de los caminos, hacen hoy... Tres largos años.

    Sin reparar en mí, sin mover una hoja, el Viento, fríamente me contestó: “¿Como me preguntas eso a mí?” Y agregó: “A mí, que tantos amoríos deshechos y nombres olvidados esparcí por el mundo. ¿Como crees tú, que podría recordarlos a todos?” Sumiso, le respondí: "Ocurre, que con mi amada solíamos encontrarnos aquí, para allegarnos luego hasta la laguna. Ésa, allí delante. Nos gustaba tendernos sobre la grama blanda de su orilla bajo la sombra de aquellos sauces. Yo, a escribirle poesías, y ella, a decirlas con su voz adolescente y melodiosa. Tú también gustabas, a coro de Viento, recitarlas. Tú te solías enfriar para que nos abrazáramos y nos amáramos sobre la grama blanda. Tú solías llorar con nosotros tu llanto de Viento en nuestra triste despedida. Y tú, nos alcanzabas emocionado, ambos afligidos adioses, y aquellos: “¡Hasta el sábado amor! ¡Adiós, adiós...!” Por tales motivos, te vine a preguntar por ella. Por su amor, que faltó a nuestra última cita, aquí, en la cruz de estos dos caminos, hacen hoy, tres largos años”

    Lentamente, el Viento comenzó a soplar, y yo, a caminar en su misma dirección. Hacia la laguna un trecho distante de la cruz de los caminos. Y ya en sus orillas circundadas por el sereno y reverente saucedal, el Viento se detuvo otra vez, “como decidiendo hacia donde soplar”; más, ya menos hurañas su fuerza y su voz, sereno me dijo: “Estoy tratando de recordarlos, a ella y a ti. Y no... ¡No los recuerdo!” Aseveró al fin, contrariado, y creo que ofuscado por sus propios pensamientos.

    Las primeras gotas de lluvia, comenzaron a aguijonear el lomo manso de la laguna. Con cada piquete líquido, éste se erizaba como el de un grande y molesto rumiante; formándosele pequeños y temblorosos círculos concéntricos, qué lenta, y pródigamente multiplicados, entrelazaban arabescos sobre su vejada piel mestiza. El Viento, que se paseaba ensimismado en sus propósitos, con instintiva acción, acarició brusco el ramaje de los sauces. Y, diseminadas a modo de diminutas dagas verdes, esparció un puñado de hojas sobre la superficie de la atormentada laguna. “¡Defiéndete!” -Le dijo. Y soplando hacia mí, reiteró: “No, no los recuerdo. Lo lamento. Debo irme. ¡Debo soplar ya! ¡Adiós!” Y con un ademán de casi, fraterno, optimista consuelo, revolvió mis cabellos, me sonrió con un atisbo de azul, exhalando su aliento zahumado de grama y tierra recién mojadas, y ensanchando su pecho titánico, en repentino abrazo, palpó mis hombros, y partió.

    La lluvia arremetió cuantiosamente, y manipulada a su antojo por los dedos del Viento, formaba diamantinos elipses. Remolinos, que me empapaban traviesos, mientras, coreado de truenos, el Viento me murmuraba: “He decidido apadrinarte por perseverante y fiel a tu perdido amor hacen hoy, tres largos años, niño. Si lo hallo, veré de convencerlo a volver a ti... ¡Ahora alégrate! ¡Alégrate, corre! ¡Corre a tu casa!” Y eso hice. Corrí a mi casa, encendí el fuego, y animado por la promesa del Viento, abrí mi vino. Más tarde, añorándote como siempre amor, me dormí. Luego (no sé a que horas ni momento) escuché tu voz llamándome con suave y creciente letanía: “Manuel... Manueel...”

    ¿Tú? ¿Y llamándome allí afuera? ¡Imposible! “Debe ser una burda broma del Viento”, pensé. Pero no. Bella... Bella como siempre, eras tú. Tú, con tu túnica empapada dibujando sutilmente para mí, la grácil figura de tu cuerpo amado. Tú, y el lacio ébano de tu cabello orlado por las ahora, brillantes lágrimas esmeraldas del saucedal de nuestra laguna. Eras tú. Y nos amamos profusa y desesperadamente, recuperando así, a pura y reverente pasión, nuestro postergado tacto de amor, durante tres largos años. En tanto, afuera, el Viento tañía para nosotros, dulce y monótona, su arpa nublosa encordada de lluvia.

    ¡Y fui feliz, feliz! Hasta que hube por fin de preguntarte: “¿Por qué no viniste aquella vez?” Y tú me respondiste: “Si, vine aquella vez. Sólo que no lograste a verme. Hacía tanto calor aquella vez, y el agua de la laguna se veía tan agradable, que decidí refrescarme en ella. La laguna que amábamos y nos amaba, me abrazó desde lo profundo de su ser, y me hundí. Así, torpemente, me ahogué en nuestra laguna de amor, hacen ya, tres largos y tristes años. La laguna, no se atrevió a confesarte su involuntario crimen. El Viento, que siempre lo supo, no quiso apenarte aún más. Y yo, he permanecido tan dormida... Pero el Viento me despertó. Él mismo, me contó de tu angustiosa melancolía, e injusta intriga sobre nuestro fallido encuentro aquella vez, y me pidió que viniese a cumplir con él y contigo. A disuadir el misterio y dejar que vivas en paz con tu alma. A procurar hacerte feliz, al menos una última vez antes de irme definitivamente, mi dulce amor. Y debo irme ahora. Dice el Viento, que ya amanece.”

    Yo, sin salir de mi asombro, pero naturalmente convencido, me digo diciéndote: “Sí. Debemos irnos, ya amanece. Y desde hace tiempo, casi tres largos y tristes años, tengo listas mi soga y mi piedra, por si no volvías, yacer un día con mi cruel intriga y mi desconsuelo, en el fondo de nuestra laguna. Pero tú volviste. Y yo, ¡me voy contigo!
    Que sea, amada, nuestro idilio, otra de las trágicas, románticas leyendas que relate mi padrino... El Viento.”



    ...​
     
    #1
  2. hadita

    hadita Poeta veterano en el portal

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    Encantadora historia amigo

    hadita
    te invito a leer mis poemas

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    #2
  3. Juan Oriental

    Juan Oriental Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Muchas gracias, amiga. En cuanto me sea posible, con todo gusto leeré tus poemas.

    Saludos!
     
    #3

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