El amanecer del último beso

Colgado de la pared está el último beso
en la foto del último día en que fuimos felices,
dos gorrioncillos que alzaron el vuelo
fingiendo alegría, viviendo tristes.

Ya no me acuerdo de ti con lágrimas en los ojos,
pasaste a ser sólo un recuerdo
un fantasma en mis silencios,
al fin somos libres del nosotros.

Madrugaron los boletos de un viaje inesperado,
si me hubieras dicho que era último aquél beso,
por respeto no te lo habría dado.

Se quedaron en el cementerio los fantasmas de un amor,
los cadáveres pobres de la imaginación,
la diferencia entre la lujuria y el amor
es que la primera duele menos
y el segundo mata al corazón.

Después de ese amanecer, no amaneció por meses,
viví interminables noches de tinieblas,
pero volvió a salir el sol
cuando al recordarte, ya no te sentía cerca.

Ya no te recuerdo con deseo,
ni guardo una ilusión,
los amores muertos caducan después de un tiempo
y con paciencia se cura el corazón.

Nacimos para no volver, para perdernos,
existen los malos donde vivieron los buenos.

 

Me agradó la forma en la que trazas esa transición hasta el desapego.
Grata lectura.
SAludos

 

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