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El amor de una abuela

Tema en 'Prosa: Infantiles' comenzado por luna roja, 3 de Diciembre de 2025 a las 1:30 AM. Respuestas: 0 | Visitas: 10

  1. luna roja

    luna roja Princesa de fuego

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    5 de Enero de 2015
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    Género:
    Mujer
    La abuela ratona vivía en su cueva,
    encerrada casi todo el año, sólo salía de vez en cuando a hacer las compras y ver a sus nietitos Thiago, Mía, Eliel y Fran, así...era casi feliz, porque había un nietito llamado Benjamín que no podía ver, ni abrazar, ni besar, ni contarle cuentos como a los otros porque la mamá del ratoncito no la dejaba acercarse a él.
    Entonces una mañana la abuelita Gachy, decidió comenzar a escribir los cuentos para que Benja pudiera leerlos, algún día.
    La abuelita Gachy se sentó en su sillita favorita, rodeada de papeles y lápices, y comenzó a escribir. La tinta negra se deslizaba por el papel, creando mundos mágicos y personajes fantásticos. La abuela ratona escribía y escribía, sin parar, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
    Escribió de un reino lejano, donde los ratones volaban en dragones de papel y los árboles daban frutos de chocolate. Escribió de un héroe valiente, que luchaba contra dragones y salvaba a la princesa. Escribió de un amor eterno, que superaba todas las barreras y hacía que el corazón latiera con fuerza.
    La abuelita Gachy escribía para Benja, para que algún día pudiera leer sus cuentos y saber que ella lo amaba, aunque no pudiera estar con él. Escribía para que Benja supiera que era especial, que era un ratoncito valiente y fuerte, que podía conquistar el mundo.
    Los días pasaban y la abuelita Gachy seguía escribiendo. Llenaba cuaderno tras cuaderno con sus historias, y cada una de ellas era un regalo para Benja. La abuela ratona se sentía feliz, sabiendo que algún día Benja leería sus cuentos y sonreiría.
    Pero la mamá de Benja no sabía nada de los cuentos. No sabía que la abuelita Gachy estaba escribiendo para su hijo, no sabía que la abuela ratona lo amaba tanto. Y la abuelita Gachy seguía escribiendo, en secreto, esperando el día en que Benja pudiera leer sus cuentos y saber la verdad.
    La abuelita Gachy siguió escribiendo, día tras día, semana tras semana. Los cuentos se acumulaban en su cueva, esperando el día en que Benja pudiera leerlos. La abuela ratona se sentía cada vez más feliz, sabiendo que estaba haciendo algo especial para su nietito.
    Un día, la mamá de Benja se enfermó y tuvo que ir al hospital. Benja se quedó solo en la casa, sin nadie que lo cuidara. La abuelita Gachy, que había estado esperando el momento oportuno, decidió que era el momento de actuar.
    Se acercó a la casa de Benja, con un gran paquete de cuentos en sus manos. Llamó a la puerta y, cuando Benja abrió, le dijo:
    - Benja, soy la abuelita Gachy. He venido a traerte algo.
    Benja se sorprendió al ver a la abuela ratona, pero la curiosidad lo llevó a dejarla entrar. La abuelita Gachy le entregó el paquete de cuentos y le dijo:
    - Estos son para ti, Benja. Los he escrito especialmente para ti.
    Benja abrió el paquete y se encontró con un montón de cuentos hermosos, llenos de ilustraciones y palabras mágicas. Comenzó a leer y se perdió en los mundos fantásticos que la abuelita Gachy había creado para él.
    La abuelita Gachy se sentó al lado de Benja y comenzó a leer con él. Juntos, se sumergieron en las aventuras de los personajes y se rieron y se emocionaron juntos.
    A partir de ese día, la abuelita Gachy y Benja se convirtieron en los mejores amigos. La abuela ratona le contaba cuentos a Benja y él le contaba sus aventuras. La mamá de Benja, al regresar del hospital, se sorprendió al ver a la abuelita Gachy y a Benja juntos, leyendo y riendo.
    - ¿Qué pasa aquí? - preguntó.
    La abuelita Gachy sonrió y dijo:
    - He estado escribiendo cuentos para Benja. Quería que supiera cuánto lo amo.
    La mamá del ratoncito, se enojó mucho al ver a la abuelita Gachy con Benja, leyendo cuentos juntos. Se puso roja de ira y gritó:
    - ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Te he dicho que no te acerques a mi hijo!
    La abuelita Gachy se sorprendió y se asustó un poco, pero trató de mantener la calma.
    - Solo quería darle algunos cuentos que escribí para él - dijo, mostrando los cuadernos.
    La mamá del ratoncito se puso aún más furiosa.
    - ¡No te atrevas a acercarte a mi hijo! ¡No eres una buena influencia para él!
    Benja, que había estado disfrutando de los cuentos, se asustó al ver a su mamá enojada y comenzó a llorar.
    - Mamá, no... - dijo, tratando de calmarla.
    Pero la mamá del ratoncito no se calmó. Se acercó a la abuelita Gachy y le dijo:
    - ¡Vete de aquí! ¡No te quiero ver cerca de mi hijo nunca más!
    La abuelita Gachy se sintió herida y triste. Se levantó y se fue, dejando atrás los cuentos y a Benja llorando.
    La mamá del ratoncito se quedó con Benja, tratando de calmarlo, pero el daño ya estaba hecho. La abuelita Gachy se fue a su cueva, llorando y pensando en lo que había pasado.
    La abuelita Gachy se sentía triste y sola sin su Benja. Sabía que tenía que hacer algo para volver a ver a su nietito, pero no sabía qué.
    Después de mucho pensar, decidió escribir una carta a la mamá del ratoncito, explicándole cuánto amaba a Benja y cuánto deseaba estar con él. La carta decía:
    "Querida hija,
    Lo siento mucho si te he ofendido. Solo quiero que sepas que amo a Benja con todo mi corazón y que solo deseo lo mejor para él. Los cuentos que escribí para él son un regalo de mi corazón, y no tenía intención de hacerte enojar.
    Por favor, ¿no podemos hablar de esto? Quiero ver a mi nietito y saber que está bien.
    Con amor,
    Abuelita Gachy"
    La abuelita Gachy envió la carta y esperó ansiosamente la respuesta. Pasaron los días y finalmente recibió una respuesta de la mamá del ratoncito.
    La carta decía:
    "Abuelita Gachy,
    Lo siento también. Me he dado cuenta de que he sido demasiado dura contigo. Sí, puedes ver a Benja, pero por favor, no le digas nada que lo confunda.
    Ven a visitarnos mañana a las 3 pm.
    Con amor,
    Mamá de Benja"
    La abuelita Gachy se sintió feliz y agradecida. ¡Podría ver a su Benja al día siguiente! Se pasó el resto del día preparando regalos y cuentos para su nietito.
    Al día siguiente, la abuelita Gachy se dirigió a la casa de Sole, la mamá del ratoncito, con el corazón lleno de emoción. Al llegar, Sole la recibió con una sonrisa y la invitó a entrar.
    - Pasa, abuelita - dijo Sole. - Benja está en su habitación, jugando con sus juguetes.
    La abuelita Gachy se dirigió a la habitación de Benja y lo encontró sentado en el suelo, rodeado de bloques y coches de juguete. Al ver a su abuela, Benja se levantó de un salto y corrió hacia ella, abrazándola con fuerza.
    - ¡Abuelita! - gritó Benja, con una sonrisa de oreja a oreja.
    La abuelita Gachy se sintió llena de alegría y lo abrazó con fuerza, besándolo en la mejilla.
    - ¡Mi querido Benja! - dijo, con lágrimas en los ojos. - Te he echado tanto de menos.

    Sole se acercó a ellos y se sentó en el suelo, al lado de su hijo.

    - Abuelita, quiero hablar contigo - dijo Sole, con una voz suave. - Me he dado cuenta de que he sido demasiado dura contigo. Quiero que seamos amigas y que Benja pueda verte más a menudo.

    La abuelita Gachy se sintió aliviada y feliz.

    - Me encantaría, Sole - dijo, sonriendo. - Gracias por entender.

    A partir de ese día, la abuelita Gachy y Benja se vieron más a menudo, y Sole y la abuelita Gachy se convirtieron en buenas amigas. La abuelita Gachy siguió escribiendo cuentos para Benja, y él se los leía con entusiasmo, sabiendo que su abuela lo amaba con todo su corazón.

    Moraleja

    La abuelita Gachy y Benja se merecen ser felices juntos.
    La familia es importante, y el amor y la comprensión pueden superar cualquier obstáculo.

    Espero que te haya gustado la historia.
    Gracias por leerla.
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