El auriga de la corona solar

EL PRINCIPIO DE LA OQUEDAD
I
EL AURIGA DE LA CORONA SOLAR

Cada promesa se extingue al ocaso.
La cuadriga en su flamígera estela
cae a mis ojos cual negras monedas
que en pago mi anhelo da al cinerario.

E invoco al frenesí de sus caballos,
como el séquito de horas me doblega.
Flegonte
La coronación del fuego se eleva
y apura al alma hundida a los cascos.

Aetón
Desconoce el silencio y el vacío.
El futuro es una línea en sus ojos.
¡Elévenme a los límites gozosos
donde desvanecen los abismos!

Como un auriga extraviado en lo ígneo,
por la luz guiado en el brillo. La nada.
Los confines del tiempo me acompañan,
dioses y sentidos desconocidos.

Los pulmones en el vértigo henchidos.
Pronto me uniré a la majestad
en un último ensueño de verdad
antes de ser por élla consumido.

Pirois
Arde el horizonte en el evento ya
por el triunfo de la estrella caída.
El Gran Tapiz se deforma en la pira
con sus cuerdas en la divinidad.

Éoo
Sus ondas junto a la aurora resuenan
quebrando su velo en la oscuridad.
¡Es su anillo la corona solar
y su imperio el de la noche eterna!​