El Demonio De La Guarda

Y el caos está alucinando ser solución allá en la ciudad,
donde el infinito tiene fin, donde no hay piedad.
Siguiendo una ciencia estúpida lejos de ser exacta,
una que viola los sentidos y al silencio mata.

Dos mil decibeles sangrando junto a la hipocresía de labios y lenguas;
razones invertidas, manchadas por un alcohol que jamás dará tregua.
Esquirlas mentales, aún excitadas por la música,
dejan que el olvido de los detalles ponga su rúbrica.

Inevitable velocidad artificial para el vidrio, el deseo y el metal;
es media noche muerta y viva a la vez, la tentación es ya letal.
Nadie vio sus ojos, pero cerca de la materia y lejos del odio fiel,
como disimulando su existencia sobre el suelo... ahí está él.

Ya con el misterio de ese suicidio colectivo luchando con su mente,
retorna a su cubil anti cicatrices, donde el tiempo es demente.
Atravesando el reino de la basura y de almas que no esperan caridad,
donde él no existe y sólo respira... donde inicia su idilio con la oscuridad.

Va reciclando impotencia, intentando responder a la misión que lo domina,
no hay lagrima que valga cuando pasas por donde los perros orinan.
Aprendiendo que la soledad ya no duele, que jamás va a doler,
aprendiendo que, en este mundo, él puede ganar cuando parece perder.

Desterrado de la luz del día, mala hierba en injusto huerto,
está de ilegal bajo el sol, respira libre, casi como muerto.
Los hijos del día parecen adorar aun más la putrefacción;
y en medio de todo, él quizá es un híbrido sin razón.

No agacha la mirada para no enterrar sus ojos en el infierno,
al tiempo que sus pupilas exorcizadas se pierden en lo casi eterno.
Mira sin mirar a los arcángeles que no saben si es merecedor de muerte,
que no saben si es uno más de ellos o es sólo parte de lo inerte.

De día, él, es casi tan invisible como de noche; es su condena.
Agridulce es su sonrisa cuando hace lo que el “más allᔠordena.
Es quizá una bendición maldita, o una maldición bendita...
nadie jamás sabrá cuándo crujen sus huesos para que “tu bien” exista.

Nadie jamás verá sus miedos, jamás debajo de su perpetuo escudo;
nadie jamás oirá el llanto de su planeta interno, por siempre mudo.
Una sonrisa, hija de la verdad y la mentira, será su emblema;
una sonrisa, asesina de tus lagrimas, asesina de tus problemas.
Su mano extendida sabe que no tiene viceversa en los mortales;
retornará fiel a las sombras cuando sin obstáculos exhales.
Un juego que guarda silencio en sus arterias con aleación de hierro,
un juego omnipresente que jamás sabrá de funeral, ni entierro

Llora la eternidad gris que mora por encima de las idólatras cabezas,
como si a él le importara que reemplacen a sus ojos unas nubes ilesas.
Cada gota fulminante le grita en silencio que el tiempo no resucita como antes,
explotan, como kamikazes, en su cara con un mensaje de calma delirante.

Ya no hay tiempo, hay una misión eterna, la noche es adicta a volver rápido;
vuelve mutando a veces de piel, pero su código es el mismo suave látigo.
Ya no hay tiempo para pensar en él mismo, en sus preguntas... y lo sabe;
su cerebro no puede ni pensar en llorar y el minuto de su corazón no cabe

Mirada al frente, como cada noche en que la luna lo saluda sin nada explicar.
Mirada al frente; hay algo ¿Quién sabe donde?, que no lo dejará claudicar.
Su único pago será ver tu sonrisa, en esos constantes segundos que le aguardan;
nadie jamás sabrá que ahí siempre estará desde la nada, “El Demonio de la Guarda”.

 

hay noches en que un extraño frío se pasea por la casa
o entra a la habitación. O de pronto, mientras dormíamos, nos envuelve
y nos despierta con ansiedad. Será acaso ese el ángel asesino que nos merodea? ese angel hermano del infierno?

Un saludo, amigo