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El enano de las cien cabezas

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por guillermuco, 1 de Mayo de 2006. Respuestas: 2 | Visitas: 563

  1. guillermuco

    guillermuco Poeta recién llegado

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    4 de Febrero de 2006
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    Mastico los corazones
    de las hadas sin alma.
    El enano de las cien cabezas
    grita mi nombre,
    yo,
    cruzo el arcoiris que me lleva
    a una cueva sin fondo.

    El enano de las cien cabezas
    escupe oro en sus mentiras
    me miente de un valle con alma,
    me miente que cruzando la cueva
    las estrellas veré como antaño.

    yo le corto una cabeza,
    es el precio de las mentiras
    que yo me creo sin piedad.

    Enano de las cien cabezas menos una,
    en tres días llegaré a mi destino
    creo en ti
    creo en tus mentiras,
    porque es lo único que me queda
    en este mundo sin valles
    donde las estrellas brillaban antaño.

    Pero la cabeza que te he cortado
    son los miedos que siento,
    sino vuelvo en cinco días
    que son los días que estuve en su ciudad,
    entra a buscar mi alma perdida.

    Enterraré tu cabeza
    al lado de mi cuerpo sin vida,
    la dejaré para que a otra alma perdida
    la engañes con tus mentiras de oro.

    Camino entre la oscuridad
    que todo lo llena
    en esta cueva sin fondo.
    Siento frío
    siento el gélido aliento
    de un aire del norte.

    Camino sin ver
    que es en verdad
    como camino en mi día a día.
    Camino y me topo,
    me choco,
    me caigo.

    Estoy en el suelo,
    tirito de dolor
    porque el frío
    ya es parte de mis huesos,
    estalactitas internas
    que se clavan en mi corazón.

    Grito a la cueva maldita
    no se seguir su camino,
    ella me responde con el eco
    de una voz olvidada.
    Soy yo,
    grito y me escucho,
    antes solo escuchaba la soledad
    de mi alma
    entre el gentío de las calles
    de ciudades sin nombre.

    Toco mi mochila,
    sigue conmigo,
    todavía no la he perdido.
    Allí guardo
    a una estrella olvidada
    e intento buscar
    a la luna llena
    que nunca encuentro.

    Tengo tus palabras,
    ¿me llevarán a mi destino?.
    Una vez me guiaron
    para luego hacerme olvidar
    cual era de verdad mi camino.

    Pero confió en tus verbos
    y me agarro a tus adjetivos.
    Cojo la carta,
    la leo.
    No necesito la luz del día,
    tus versos son mis recuerdos.

    Canto tus palabras,
    es un bello cantar
    que hace a la estrella olvidada
    volver a ser recordada.

    Su luz crece y crece,
    mi corazón se calienta,
    las estalactitas de mi interior
    son sangre que bulle,
    sigo cantando mi cantar
    en esta cueva sin fondo.

    Veo un camino
    y le sigo.
    Me habla de otros hombres
    que por su senda pasaron.

    Hombres fuertes,
    hombres valientes.
    yo soy simplemente un hombre,
    no soy ni fuerte ni valiente,
    pero el camino me acoge.

    La cueva se hace larga y dura.
    Subo sus pendientes
    que son muchas,
    paso penurias.

    Sigo andando,
    pienso en ese valle con alma
    que cuidará de mi
    entre besos y caricias
    que la brisa de su sonrisa
    me levantaba cada mañana.

    Encuentro huesos,
    encuentro muerte.
    Veo el dolor de otros
    y siento el mío.

    Mis pies sangran,
    mi alma se cansa,
    la estrella olvidada
    se agota con mis palabras.

    Me dice
    que las palabras mueren.
    Que los versos se apagan,
    que mi cantar es bello y profundo
    pero que el olvido
    se encuentra en ellos.

    Se va apagando lentamente,
    dejando que la oscuridad vuelva
    a ser el manto en mi camino,
    vuelva a cubrir mis ojos
    con la ceguera del olvido.

    De repente un ola,
    me golpea con dureza
    el agua ahora me ahoga.

    ¿Qué hace el océano
    en esta cueva profundo
    donde el olvido existe,
    donde nada es la vida,
    siendo el mar
    mi recuerdo de una playa inventada.?

    Veo a una ninfa,
    ¿dónde estoy?,
    ¿tan largo ha sido mi andar
    que me encuentro fatigado?.

    No he comido
    ni he bebido,
    En cinco días y seis noches.
    Son los días que le conté al enano
    que aguantaría mi periplo.

    Entonces,
    ¿dónde estoy?.
    Quiero andar por esa cueva profunda,
    pero la ninfa me ata con sus susurros,
    me tiene entre sus besos
    y me agarra con sus caricias.

    Yo dejo que lama mi alma,
    yo dejo que cante en el silencio.
    Dejo que su cuerpo sea el mio
    y sus cuentos mis historias.

    Me enseña la luz de un sol,
    de un sol azul oscuro.
    Me dice que es mi nuevo sol
    en donde tu sonrisa
    será el calor de sus rayos.

    Hay un lago helado,
    donde me podré tumbar a dormir,
    donde soñare con mis pasados
    y hablaré a un viejo reviejo.

    No existe ese valle con alma
    lo borro
    y creo una montaña.
    Las estrellas de antaño
    soy yo quien las creo
    cada vez que digo tu nombre.
    Infinitas estrellas.

    El enano de las cien cabezas menos una,
    entra el cueva helada,
    sabe donde yo yazco sin alma,
    sabe donde se encuentra su cabeza.

    Entra hablando en su idioma
    y el oro cae de su boca.
    Sólo tiene que seguir las huellas
    que mi alma despojada
    ha dejado en esta cueva.
     
    #1
  2. scarlata

    scarlata Poeta veterano en el portal.

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    17 de Febrero de 2006
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    8
    Guillermuco, esto que he leído es genial... francamente genial... Una gran alegría descubrirte hoy. Te seguiré leyendo, así que escribe muchoooooo. Felicidades
     
    #2
  3. guillermuco

    guillermuco Poeta recién llegado

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    Tengo más cosas escritas, buscame por autor :).
    Gracias
     
    #3

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