El final

Y si mañana no amanezco.

Si esta noche, mi cuerpo,

Por siempre, se quedase fresco.

Quieto, rígido y enmudecido.

Si jamás me perturbase ningún sonido,

Ninguna caricia, ningún beso, ningún gesto.

Si este sueño se convirtiese en eterno.

Qué grato poder huir del llanto,

Olvidarme de fracasos,

Del presente, del futuro y del pasado.

No sentir, para bien ni para mal.

¡Qué paz para el alma.

Qué sublime aspiración,

Qué loca pretensión!.

Hallar la felicidad permanente

En los umbrales de la muerte.

Descansar, reposar y morir.

Pero por fin, feliz.

Sin sentimientos

No hay sufrimientos.

¡Qué contento,

El de los muertos!.

 

Es parecido a las piedras, al barro, a las plantas, a los insectos, a los ratones, a los pajarillos...
Todos estamos muertos, en cierto modo.
Somos tan pequeños, que apenas tenemos importancia.
No obstante, sí tenemos algo, que es dignidad.


No sólo los humanos. Incluso un escarabajo puede tener dignidad.

 

Sin la vida no podría existir la muerte. La vida es creatividad, libertad, fantasía, esperanza, sueño, deseo, llanto, alegría y contradicción.

Estás en lo cierto, Maramin, para escribir y para pensar es menester estar vivos. Gracias por tu comentario.

 

Gracias, Nommo por tu comentario. Así es, somos insignificantes, frágiles y efímeros. Pero importantes para nosotros mismos y para nuestro entorno: familiares, amigos y conocidos.