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El infierno de estar viva

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por samsahara, 27 de Agosto de 2025 a las 6:23 PM. Respuestas: 1 | Visitas: 45

  1. samsahara

    samsahara Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    24 de Septiembre de 2007
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    Las voces no solo volvieron,
    se multiplicaron.
    Son cuchillos invisibles
    que me atraviesan desde dentro
    y me dejan sangrando en silencio.
    Cuando la tortura interna ya no bastaba,
    mis manos se convirtieron en heridas,
    mis uñas y cuchillas trazaron surcos en mi piel,
    la sangre fue un alivio cruel,
    un recordatorio de que podía sentir algo,
    aunque fuera dolor físico,
    aunque fuera un pedazo de mí mismo desangrándose.
    Creí conocer la profundidad de mi abismo,
    pero había otro más abajo,
    una grieta dentro de la grieta,
    una herida abierta dentro de otra herida.
    Allí caí.
    Respirar arde,
    cada bocanada es veneno.
    Cerrar los ojos parece descanso,
    abrirlos es condena.
    Las terapias se apilaron como jaulas,
    el medicamento volvió a ocupar su lugar,
    no como ayuda,
    sino como un recordatorio cruel
    de que perdí la batalla que tanto negué.
    Resistí hasta romperme,
    y aun así perdí.
    Soy un cuerpo que se mueve por inercia,
    pero no estoy aquí.
    Mis ojos se hicieron cristal,
    tan frágiles que la visión se quebró en niebla,
    tan nublados que ya no veo nada,
    ni siquiera lo que queda de mí.
    La ansiedad me golpea en el pecho
    con la precisión de un verdugo;
    me quita el aire,
    me recuerda que no hay escape.
    El insomnio me devora sin prisa,
    cada noche es un castigo más largo,
    y el hambre me abandonó
    como si incluso mi estómago entendiera
    que no vale la pena sostenerme.
    Y luego, su partida.
    El dolor que oculté,
    el que se disfrazaba de indiferencia.
    Parecía que no lo amaba,
    pero mentía:
    mi corazón era suyo,
    y cuando se fue
    se lo llevó consigo,
    dejándome aquí con la piel abierta,
    el pecho sangrando por dentro y por fuera,
    las manos marcadas,
    como un mapa de lo que duele en el alma y en la carne.
    Me dejó vacío,
    sin refugio,
    un cuerpo que sangra y grita en silencio.
    Ahora caigo otra vez en la doble depresión,
    la segunda que me atraviesa como daga interminable,
    pero esta vez hay algo nuevo:
    las pastillas que nunca antes conocí
    se han sentado en mi mesa,
    recordándome que incluso la ayuda llega con frío.
    Mi alma se desangra doble,
    mi cuerpo tiembla bajo el peso de lo que ya conocía,
    y lo que desconocía ahora me duele más:
    vivir con la certeza de que volverá a ser así,
    una vez más, y con cadenas nuevas.
    Vivo sin vivir,
    respiro sin querer,
    camino sin estar,
    una sombra que se disuelve en su propio dolor,
    dos veces perdida,
    dos veces enterrada,
    y cada cicatriz, visible o invisible,
    me recuerda que sigo aquí,
    pero ya no soy nadie.
     
    #1
    A Maramin y Alde les gusta esto.
  2. Alde

    Alde Miembro del Jurado/Amante apasionado Miembro del Equipo Miembro del JURADO DE LA MUSA

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    11 de Agosto de 2014
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    Género:
    Hombre
    A veces abrazamos la experiencia del sufrimiento, la traición de la propia mente, y la lucha constante con la depresión.

    Saludos
     
    #2

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