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El oro del Lammami

Tema en 'Poesía Surrealista' comenzado por Beache, 11 de Diciembre de 2024. Respuestas: 2 | Visitas: 230

  1. Beache

    Beache Bertoldo Herrera Gitterman

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    EL ORO DEL LAMAMI


    El Carmelo bajó el Lamami

    y llegó a la “Santa María”

    para ver si era verdadero

    aquello que la gente decía.


    Era la “Santa María”

    una parcela olvidada.

    Los dueños cuando se fueron

    y la dejaron abandonada.


    Se decía que ese caudal

    contenía un gran tesoro:

    gente de tiempos de antes

    desde allí sacaban oro.


    Con sus aguas, el Lamami

    corriendo al este, la cruzaba

    en doscientos setenta metros

    de pura quila y quebrada.


    Si acaso era pura leyenda

    lo que la gente le decía

    pues, ahí estaba el Carmelo

    y pronto lo comprobaría.


    No había que llevar picota

    pues todo estaba picado

    sólo echar grava en el chaigüe

    y comenzar el lavado.


    Mientras él iba arnereando

    todo el material cargado

    en el fondo de su chaigüe

    iba el oro quedando pegado.


    Un tarro de esos más grandes

    donde venden la leche “Nido”

    muy pronto se quedó lleno

    de pepitas de oro molido.


    Y, no faltó el acomedido

    que le dijo sin un reparo

    “sacar oro así no más

    puede resultarte muy caro”


    “En Chile, el oro que existe

    es propiedad del Estado

    y si alguien quiere extraerlo

    es asunto muy complicado”


    Y conversó con su almohada

    para urdir un buen plan

    y quedarse con todo ese oro

    sin que nadie lo pueda acusar.


    En una papa bien grande

    talló el peón del ajedrez

    poniendo mucho cuidado

    que arriba quedaran los pies.


    Y allí fue vaciando el oro

    que él había fundido

    en una cacerola pequeña

    sobre el fuego encendido.


    Y no se quedó tranquilo:

    treinta y dos piezas en total

    hasta terminarlo completo

    y ninguna le quedó mal.


    Al terminar todas las piezas

    y el juego completo quedó

    algunas, pintó color negro

    las otras, de blanco pintó.


    Cuando llega alguna visita

    enseguida la invita a jugar,

    ya nadie puede ganarle

    de tanto que suele practicar.


    Y si uno se siente extrañado

    de tanta pieza tan pesada

    Carmelo pronto le explica:

    “es pura piedra tallada”.



    Unos metros, estero abajo

    se escucha el agua cantar

    capaz que sea oro esperando

    que alguien lo vaya a buscar.


    Bertoldo Herrera Gitterman
    Nueva Imperial, 06 09 23
     
    #1
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  2. Alde

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    Muy bueno y para sorpresa mía una gran hsitoria.

    Saludos
     
    #2
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  3. Beache

    Beache Bertoldo Herrera Gitterman

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    Hola Alde.
    Pues, queda invitado a venir a jugar una partida de ajedrez con mi tío Carmelo.
    Muchas gracias por acudir a mi poema.
     
    #3
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