1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El secreto destellante del hombre de las gafas oscuras

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ClauHecate, 29 de Noviembre de 2009. Respuestas: 3 | Visitas: 830

  1. ClauHecate

    ClauHecate Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
    Mensajes:
    183
    Me gusta recibidos:
    4
    Tenía yo 8 años. Me sentaba en el último puesto del salón, jamás cruzaba palabra con mis compañeros y a pesar de lo indefenso que en realidad debía parecerles, era el ser más temido del curso (más que la profesora manos de sapo).

    Como todo niño, pese a lo extraño que resultaba yo ante los ojos del mundo, esperaba la navidad con ansias. Mi abuelo me había prometido que Papá Noel me traería un carro a control remoto y mi abuela, la mejor cena de navidad de mi vida. Todo era sencillo en aquellos tiempos, mis mayores preocupaciones circundaban entre esconder el florero de cristal que había roto o conseguir el hilo apropiado para volar mi cometa. Nico me acompañaba a todas partes y hasta el momento, nadie siquiera podía sospecharlo.

    Nico tenía aspecto de un niño de 10 años, pero nunca cambió. Era pequeño y siempre vestía de amarillo, lo cual generaba en mí una constante impresión de luz, hasta el punto de que debía usar gafas oscuras para no maltratar mis ojos con su destellante aura.

    Apareció en mi vida desde el día en que mi mamá y mi padre abandonaron esta dimensión (no puedo decir a donde fueron solo que ya no están, aunque ni siquiera de ello tengo certeza), como por arte de magia. Y debo decir que no sentí miedo, que jamás me asustó Nico muy a pesar de haber descubierto casi de inmediato que tan sólo a mí me era posible verle. Tenía el poder de decidir qué hacer, el poder que no tenía yo. El podía trepar en un árbol sin que fuese regañado por mi abuela y podía bañarse en la lluvia sin temor a resfriarse. Creció conmigo y fue mi único compañero de aventuras y ya cuando cumplí los ocho años, puedo decir, era él otra parte más de mi cuerpo.

    La abuela Simona era una mujer muy terca. La navidad le resultaba simplemente una fecha con más trabajo en la cocina. Debía preparar una gran cena para todos sus hijos y nietos, y comprar galletitas que sólo vendían en la tienda del otro lado del pueblo a la que no me podía enviar. Debía lavar los pisos para que cuándo llegara mi tía Penélope arrastrando su trastorno obsesivo-compulsivo, no sintiese asco de siquiera poner sus lustrosísimos zapatos sobre el tapete. Y debía acondicionar los cuartos empolvados donde alguna vez durmieron los hermanos Del Castillo González, sus hijos, y que hoy estarían en desuso por falta de personal en la casa de mis abuelos, “mi casa”, para que en ellos durmiesen mis primos los de la ciudad, que andaban con una jeringa en mano para inyectarse en caso de emergencia, debido a sus innumerables reacciones alérgicas a toda cosa proveniente de nuestro empolvado pueblo. Y más que necesario era para la vieja Simo, tener lista una olla gigante de café para que los cafeíno-adictos de mis tíos se dieran gusto con sus pocillos rebosantes de aquel líquido oscuro de aroma alucinante que mi abuela no me dejaba probar.

    Estas y más obligaciones ocupaban la lista de mi abuela, y Nico y yo, menos que espectadores y más bien perturbadores en todo este proceso de preparación, nos dedicábamos a fantasear con una comida muy rica o el carro a control remoto que Papá Noel nos pondría debajo del árbol. Y fue tal mi emoción que mi secreto empezó a ser por lo menos, sospechado.
    Nunca fue problema hablar con Nico, nadie me veía. Mi abuela en la cocina y mi abuelo en casa de los Pérez jugando naipes colaboraban a mi causa. Pero en navidad la casa estaría atestada de gentes y ya la privacidad se extinguiría.

    - ¡Buenas, buenas! – grita un coro multitudinario en la puerta de la casa.

    Salgo corriendo a abrir la puerta y me encuentro con una manada de primos y tíos que miran con asombro mi rostro polvoroso y mi aspecto de “no me he bañado”.

    - A mí no me des beso sin haberte bañado….Eh, ¿cómo es que te llamas? ¡Ah sí! Enrique… - dice mi tía Penélope, con su rostro de repulsión de siempre y señalando con su dedo mi nariz sucia de barro con el que habíamos construido el castillo del rey Ribandi.
    - Es Eduardo – corrijo.

    Pasan todos por encima de mí y me entregan sus innumerables paquetes. Mi abuela recita el discurso preparado durante meses que se resume a “bienvenidos a su hogar después de un año de ausencia” y mi abuelo ya ha sentado a todos sus nietos en el viejo comedor para contarles sobre la guerra civil española y la razón por la que ha venido a parar en este país tercer mundista mientras escondo sus puros para que a ningún muchacho inquieto se le dé por fumarlos (obviamente lo hago por ordenes de mi abuelo). La tía Penélope ya está colocándose sus guantes higiénicos y el resto de tíos en alguna hamaca tomando fresco y esperando a que a algún “marrano” se le ocurra llevarles un pocillo de café o tal vez el jarrón completo.


    Existe el ruido. La habitual soledad de la casa solo permanece en las cuatro paredes de mi alma. Nico aterrorizado se ha escondido debajo del mesón de la cocina con el viejo Kakaroto, mi gato viejo y gordo que también anda en busca de paz. Nico me ha dejado solo en la sala esperando que su pavor se escape y pueda sentarse cerca a los críos de esta familia algo excéntrica y desunida.



    ***



    Después de algunos días Nico vuelve a hablarme. Jugamos los dos solos en el patio, construyendo un puente para que nuestros juguetes pasen de un lado a otro de la corriente. Pero no he notado que nos observan. José Daniel el hijo de mi tía Irma, el más inquieto y mal intencionado de todos, se acerca lentamente y al detrás de los matorrales, escucha la conversación entre Nico y yo.

    Sigo inocente.

    [SIZE=3]La noche de pijamada ha empezado y Nico maldice unas cuantas veces la navidad porque ella acarrea la presencia de José Daniel, Toby, Matías, Pablo y Carlos Andrés. Sara y Susana, las gemelas, no le desagradan y Piedad es tan callada que casi está ausente. Pero mis primos son una manada de descontrolados, futuros corruptos y degenerados, que traman alguna emboscada oscura invitándome a mí, que nunca cuento para ellos a la pijamada. Y yo por tonto y confiado peleo esa noche con Nico y le convenzo de que nos mudemos a aquel cuarto para la gran velada.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]Sus juegos me aburren de sobremanera. Nico y yo nos hemos sentado aparte a hablar de nuestros asuntos. Necean una cámara digital y yo ignoro por completo y antes de una de la madrugada, sin que acabe el evento nos hemos quedado dormidos.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]Ahí está Nico. Ahí estoy yo. Me despiertan a las 7 de la mañana. Todos sentados en el comedor discuten un tema que seguramente no nos interesará (pienso) pero me obligan a acompañarles. Y entonces la tía Penélope introduce con sus punzantes palabras:[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]¿Con quien es que tanto hablas muchacho?[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]Miro a todos lados esperando que alguno de mis primos responda la pregunta pero al parecer, va dirigida hacia mí.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Es contigo Enrique – insiste mi tía.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Eduardo – corrijo por enésima vez.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Como sea, respóndenos la pregunta, ¿Es con tus padres?[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Ni siquiera los recuerdo – replico.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]¿Entonces?[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]Me encuentro algo perplejo. En realidad, no sé qué decir. No puedo decir que no es cierto, tienen un video entre manos puedo ver y los traicioneros de mis primos son quienes me han entregado a la justicia. La abuela está furiosa por mi silencio y lo interrumpe con sus estruendosos gritos.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]¡Aja pelado! Se te hizo una pregunta.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]Sigo callado y los ojos se me aguan. Piedad me mira como con lástima mientras el resto de mis primos se burlan sigilosamente. Los miro con odio y empiezo a llorar a gritos, busco a Nico entre las sombras y ha desaparecido.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Se llama Nico – respondo por fin.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]¿Quién se llama así? No veo a ningún Nico en ninguna parte – dice mi tío Darwin hartándose un pan mojado en café con leche.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Mi amigo que siempre está conmigo.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Tu amigo no existe, nadie lo ve – interviene mi tía Martha con voz más comprensiva.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]Mi abuela arranca en llanto. Tantos años criándome y no pudo notar que hablaba “solo”. Ya yo tenía 12 años y decía que no podía creer que viviera de fantasías. Entonces, como por matar todo tipo de ilusiones, literalmente, interviene mi abuelo a imponer sus órdenes.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]El tal Nico no existe, así como Papá Noel. Ambos son inventos creados para ilusionar a los niños y hacerlos felices temporalmente. Papá Noel es falso. Y Nico es parte de tu imaginación.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]No, no es cierto, Nico vive.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]En tu imaginación, he dicho – insiste mi abuelo.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Nico vive – sigo diciendo.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Entonces si Nico vive, nosotros no queremos que siga viviendo. No es sano para ti. te hace daño – dice mi tía Irma, mientras se mira las uñas rojas haciendo gesto de “ya es hora de volver a arreglarlas”.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Sí. Si Nico vive, entonces tendrás que matarlo – dice mi abuelo con voz de mandato.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]Es una orden. Debo matar a Nico y todos quieren estar presentes para contemplarlo. Me alistan el cuchillo y engañoso lo invito esta noche a un partido de parqués. Todos observan por la rendija de mi puerta que han dejado semiabierta y sin poder controlarme, empiezo a llorar mientras Nico me mira con compasión. [/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]¿Qué te pasa querido amigo? – me pregunta preocupado. [/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Tendré que traicionarte, pero no sin antes decirte lo mucho que te agradezco y te aprecio, eres una parte de mí.[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]¿De qué me hablas?[/SIZE]
    [FONT=Verdana][SIZE=3]-[/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=3]Perdón.[/SIZE]

    [FONT=Verdana][SIZE=3]Empuño el cuchillo y aprieto a Nico por el cuello mientras se lo introduzco unas cuantas veces en el corazón. No paro de llorar y observo sonreír a los espectadores. Nico ha dejado de existir, su sangre inunda mi alma. Ya no espero el regalo de Papá Noel ni la cena de navidad. Ahora sólo quiero que el fantasma de Nico me venga a visitar.[/SIZE]


    [CENTER][FONT=Verdana][SIZE=3]***[/SIZE][/FONT][/CENTER][FONT=Verdana]


    [FONT=Verdana][SIZE=3]Han pasado los años, he crecido ya. Mis primos los de la ciudad no vienen a visitar más, por suerte. El abuelo ha muerto y a la abuela poco le queda. Ya no estoy tan solo. Me acompaña el destello del cuerpo de Nico, volvió hace unos años a mi encuentro. Nico no está, sólo está su luz cada vez más intensa, tanto que debí volver a mi hábito de usar siempre gafas de sol. Ilumina mi camino y me ha llevado al encuentro del amor verdadero, una mujer judía hermosa que conocí hace unos meses. Pero aun así hoy me quejo, de cómo los adultos son capaces de creerse con la potestad de aniquilar de un niño la imaginación y la paz. [/SIZE][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
    #1
    Última modificación: 13 de Diciembre de 2009
  2. Mew

    Mew Invitado

    Hola!
    Beixi desde que inicie no pude parar.. que historia el final es perfecto miles de estrellas.
    Saludos.
     
    #2
  3. ROSA

    ROSA Invitado

    Por lo menos sacaste algo bueno positivo de todo, buena prosa que nos enredas al leerte.Un abrazo
     
    #3
  4. ClauHecate

    ClauHecate Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
    Mensajes:
    183
    Me gusta recibidos:
    4
    Gracias por pasar por ella.
    Un abrazo.
     
    #4

Comparte esta página