El sentido del agua | Polimétrico

Tú nunca me quisiste, eso es lo que yo siento,
porque me destruiste en lo errado de tu intento.
El daño que me hiciste tan solo tiene un nombre;
a un amigo agrediste por el odio a otro hombre.

Tú nunca me quisiste, eso es lo que me pienso,
porque me consumiste como brasas del incienso.
En trozos me rompiste la confianza aquel dia,
en sombras me sumiste cada flor de la alegría.

Tú nunca me quisiste, y creo que no miento,
por como decidiste quebrar el consentimiento.
Abusos que absorbiste y en otros replicaste,
lo erróneo que aprendiste porque lo normalizaste.

Tú nunca me quisiste, eso clama el instinto;
tan brusco te prendiste que quemaste los jacintos.
Merced me prometiste mas fue otra mentira
porque te condujiste por las sendas de la ira.

Tú nunca me quisiste, eso es lo que yo intuyo;
tan fácil te excediste deseando hacerme tuyo.
Tan cruel te negligiste en faltas de respeto
que piedad desoíste por ver tan solo un objeto.

Tú nunca me quisiste, eso es lo que yo entiendo,
porque te divertiste cuando me viste sufriendo.
La zarza que escogiste abrazar en el sadismo,
herida que escondiste en el fondo de tu abismo.

Tú nunca me quisiste, eso es lo que me creo,
porque me sometiste como si fuera tu reo.
El mal que me trajiste, el miedo y la tristeza,
fue lo que conseguiste al perderte en tu cabeza.

Tú nunca me quisiste, eso tengo por cierto
del modo que elegiste tornar mi jardín en yerto.
La caja que me diste, llena de oscuridad,
recuerdo y regalo triste que envenenó la amistad.

Tú nunca me quisiste, para ti fue un juego
la fuente que extinguiste porque no domaste el fuego.
Las marcas que infligiste, las ígneas cicatrices,
la parte que escondiste en finales infelices.

Tú nunca me quisiste, estoy casi seguro,
porque me convenciste de beberme tu cianuro.
Marchaste y no te fuiste, tan presente con tu ausencia;
muy grave te torciste por temor a tu conciencia.

Qué es de mí, que aun así te quise pese a todo
al verte resurgir como la arcilla del lodo.
Te he visto renacer, volver a ser quien eras
como vuelve a crecer la breva en altas higueras.

Qué es de mí por creer que amar no es algo errado,
que una luz para ver nos devuelve a lo soleado;
amargura en los yerros, soledad en los lazos
y el limbo del destierro sin calor en los abrazos.

Qué es de mí, que he querido, para vergüenza mía,
como ama al corte herido la navaja que se enfría.
Ha cambiado el sentido del agua que corría
y se sume en olvido un amor que fuera guía.

Tú nunca me quisiste, eso es lo que parece;
amor que malheriste al final se desvanece.​