El susurro del árbol marchito

Oh, árbol amado, testigo de mil historias,
tu tronco orgulloso, ahora yace en silencio,
con ramas caídas, cual brazos cansados,
en un último suspiro, te despides del tiempo.

En tus raíces antiguas, la vida floreció,
y bajo tu sombra, encontré refugio y paz,
en tus ramas danzaban los sueños y las risas,
y en tu tronco escribí secretos en soledad.

Cuantas tardes doradas en tu abrazo cobijadas,
contemplando el cielo azul en su majestuosidad,
cada hoja que caía era un recuerdo grabado,
en la memoria del árbol, en la eternidad.

Mas hoy, la muerte te ha encontrado,
y el tiempo ha pasado, implacable, sin piedad,
pero tus historias se alzan en los cantos de las aves,
y en el eco del viento que aún puedo escuchar.

Tu partida deja un vacío en mi ser,
como un capítulo cerrado en la vida misma,
pero en mis sueños, tu espíritu aún vive,
y tu legado florece en cada rima.

Oh, árbol amado, aunque marchito yace tu ser,
tu esencia perdura en las páginas del recuerdo,
y en cada nuevo brote, renaces en mí,
la muerte no te arrebata, eres eterno.

Así, en la sombra de la noche eterna,
donde los árboles susurran arrullos de calma,
nos encontraremos en el abrazo del destino,
y allí, juntos, viviremos mil historias en el alma.​