El tiempo me dio cabida.

Le di mi tiempo precioso
a un viejo reloj de arena
que escondido en mi alacena
se hizo un tiempo prodigioso;
con afecto cariñoso
me encariña las auroras,
todas ellas precursoras
de un instante poderoso.

Reparé mi tiempo muerto
con tiritas relojeras,
impregné de primaveras
las arenas del desierto;
con su esencia al descubierto
puse sol donde lo oscuro
comprendiendo que el futuro
fue presente a cielo abierto.

Le doy cuerda a la alegría
con la cuerda que desato
-es la misma que rescato
del dolor de cada día-.
Su pasión y algarabía
me alimenta la mirada
y a la luz de su alborada
se despliega el alma mía.

Llevo a mi espalda la vida
y en el reloj tanta arruga,
en la piel tocata y fuga
y a un recodo... La Salida.
Mi reloj marca enseguida
con arena mi destino,
a tenor da a mi camino
playas, lirios y avenida...

Me di mi tiempo precioso
y el tiempo me dio cabida.

 

Mi felicitación por tan bellos versos.

 

Gracias Ángel por tus amables palabras.

 

Bonito final Maktú, sencillo y un homenaje al tiempo. Muy bueno.
Saludos cordiales. Carmina.

 

Muchas gracias Carmina. Saludos afectuosos.