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El último vuelo del cóndor

Tema en 'Poemas de Amor' comenzado por Kein Williams, 22 de Enero de 2023. Respuestas: 0 | Visitas: 337

  1. Kein Williams

    Kein Williams Poeta fiel al portal

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    30 de Junio de 2006
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    Género:
    Hombre
    En las montañas nevadas
    de la cordillera andina
    el amor empezaba
    a juntar dos vidas.

    Munay, la ojos de cielo,
    que pastoreaba sus llamas
    vio de pronto a un jovenzuelo
    que impresionado la miraba.

    Kuntur, el niño de la quebrada,
    había descubierto su destino
    y en silencio la contemplaba
    segundos que parecían siglos.

    Yaw qhosi ñawicha,
    ¡Oye! Ojitos turquesa,
    anchata qhawapayawaspan,
    me miran mucho, frecuentemente,
    sonqoyta suwashawanki.
    me estás robando el corazón.

    Kawsaynita kusichishanki
    Estás alegrando mi vida
    sapa qanta qhawaqtiymi
    cada vez que te miro
    sonqoy phatakin
    mi corazón se sobresalta
    sapa qanta much’ayuqtiymi,
    cada vez que te beso (con ternura)
    mana yuyanichu ni sutiytapis.
    no recuerdo ni mi nombre.

    Ella le esboza sonrisas
    que le llegan al momento
    hasta que de pronto un día
    unificaron sentimientos.

    Vivían en su humilde casita
    en la cima de la montaña
    Munay, la mujer más linda,
    Kuntur, el niño que la amaba.

    Un día él partió al pueblo
    para comprar las semillas
    ella esperaba un pequeño
    que era su mayor alegría.

    Prometiendo un pronto retorno
    Kuntur bajó al pueblo cantando
    sin saber que todos los demonios
    su suerte estaban apostando.

    Alguien dijo que él era
    aquel que mató a un fulano
    enardecida la turba entera
    quería justicia con sus manos.

    Cinco años pasaron volando
    y él era un convicto entre rejas
    sin sentencia y sin un abogado
    sin esposa y un hijo desconocido.

    Munay no puede con la sequía
    y decide recurrir a la gente
    por las calles monedas pedía
    para amagar a la muerte.

    Un día desde su ventana
    Kuntur ve el rostro conocido
    allí Munay en la esquina cantaba
    sosteniendo en sus brazos al niño.

    Watukuykin tukuy sonqoywan.
    Te extraño con todo mi corazón
    kutimuy munasqay yanacha,
    vuelve mi querido negrito
    suyashaykin waqay ñawiywan,
    te espero con ojos llorosos,
    qanllapunin kaypi kasqankite so,
    absolutamente tú nomás habias estado aquí
    suyashaykin kay kasqallanpi,
    te estoy esperando en donde siempre
    saqewasqaykipi
    me dejas
    Ay sonqollay
    ¡Ay corazoncito mio!
    imaynatataq munaranki
    ¿Y cómo así querias
    chay qhosi ñawichata?
    a esos ojitos turquesa?
    kunanhina waqaspa purinaykipaq
    para caminar llorando como ahora lo haces.

    Chiripas wayrapas
    El frio y el viento,
    intipas killapas
    el sol y la luna,
    asirikuspan niwan
    riéndose me dicen:
    Amaña waqaychu
    «Ya no llores
    chay rumisonqo waynamanta
    por ese joven indolente» (corazón de piedra).

    ¡No te he abandonado!
    Grita entre los barrotes
    me han encerrado
    estos hombres.

    Y así pasan otros doce años
    en la cárcel del centro
    a los dos ha buscado
    pero los dos han muerto.

    El frío y el hambre
    le quitaron sus vidas
    y sintió desgarrarse
    hasta la última fibra.

    Lo veían en el pueblo
    vagando cual alma en pena
    el veneno es el recuerdo
    que recorre sus venas.

    Un día no pudo más su angustia
    y se fue hacia la cordillera
    escondido en una gruta
    a la muerte espera.

    Un día de pronto escuchó
    un quejido escondido en el viento
    estaba seguro que era su voz
    la que le estaba diciendo.

    Ama waqaychu! (¡No llores!).
    Maskaway! (¡Búscame!).
    Warmayanay? (¿Mi amada?).
    Kuyaiki! Te amo!).
    Llakikuykim! (¡Me haces falta!).
    Kuyakuykim! (¡Te quiero!).
    Yuyaykim! (¡Te recuerdo!).
    Yayaymanaykim! (¡Siempre pienso en ti!).

    Tukuy sunquywan waylluyki! (¡Te adoro con toda mi alma!).
    Sunquypi apikuyki! (¡Te llevo en mi corazón!).
    Chincachykuyki! (¡Te he perdido!).
    Ch'usaqchakuiyki! (¡Te extraño!).

    Y la voz nuevamente le decía:
    Ñuqawan kayta munankichu? (¿Quieres estar conmigo?).
    Kanwan kasaq. (Estaré contigo).
    -Tupananchiskama. (Hasta que la vida nos vuelva a encontrar)
    -Kawsayta hamuy rikurisun! (¡Nos vemos en la próxima vida!)

    Entonces Kuntur de la quebrada
    busco el risco en el punto más alto
    había decidido buscar a su amada
    y se preparaba para dar el salto.

    Mirando en el horizonte
    ve como el sol sale de repente
    brillando en su piel de bronce
    como un inca imponente.

    Entonces da el último paso
    y realiza el salto suicida
    así extiende los brazos
    despidiéndose de la vida.

    Y mientras cae en picada
    ve a su lado al majestuoso cóndor
    diciendo con sus alas replegadas
    "Nos vemos allá en el fondo".

    Dos golpes no son escuchados
    el dolor que ha desaparecido
    Kuntur y el cóndor alado
    ahora han trascendido.

    Y en otro plano existencial
    el cóndor vuela otros cielos
    al lado de su otra mitad
    que acompaña su vuelo.

    Y Kuntur sube la quebrada
    para unir dos partes del corazón
    para ver a su hijo y su bien amada
    diciendo solo una palabra:
    "Munay!", "¡Amor!".
     
    #1
    Última modificación: 22 de Enero de 2023

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