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El Viajero.

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por LIKUG, 22 de Noviembre de 2007. Respuestas: 0 | Visitas: 636

  1. LIKUG

    LIKUG Poeta recién llegado

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    El Viajero.




    "No son las palabras el tema ahora, sino tu vida." (Sófocles)




    El viajero siempre anda en la búsqueda de algo distinto, nuevo, no sabe si para confirmar la seguridad de sus pasos y su vida o para modificarse.

    La vida tiene esa oportunidad… al que busca sólo le bastan sus pasos… Aunque poco tenga que ver luego el embellecimiento que hacemos de un relato que describe un rumbo: que el poeta olvida completamente cualquier preexistencia antes de su poesía o si anteceden sus pasos alguna huella concreta; es otro cuento, otro camino que recorrer, la típica leyenda que como una estela le sucede a los artista.

    Si nos dispones a andar, si tenemos aquel ímpetu necesario; inherente en la tinta o en el pincel; si somos capaces de borrar todas las palabras... entonces nos volvemos implacables, implacables para el tiempo.

    El suelo habla bajo nuestros pies y nos cuenta de un silencio capaz de dimensionar el espacio. Aparecen algunos pensamientos y nos dejan en el paladar el presagio de una existencia volátil.

    Los ojos que siempre han sido como el acero para marcar el rumbo ahora están doblados. En cierta manera somos imágenes que se deslizan en una dirección que nos parece lineal, aunque no lleguemos jamás a percibir la verdadera curva del camino.

    Una metáfora, una semilla de pensamiento, una oportunidad que nunca se termina de aprovechar aparece virgen en nuestras manos, la imagen que tenemos de nosotros mismo nos abandona, nos libera, y luego como niños desamparados, como algunos hombres que han hecho de la miseria su hogar, deseamos que vuelva aquella imagen, ahora verdaderamente los ojos no ven nada, pero no importa, hemos vuelto a nuestra miseria conocida… nuestra ciegues habitual. La triste noticia es que somos muy duros de talones.

    Cuando ya hemos renunciado a nuestros ojos y las manos vuelven vacías a nuestro lado, los oídos se resisten al abandono. Calan en nuestro pecho y nos entregan un sonido tembloroso. Si tenemos suerte y estamos caminando… el sonido puede hacernos presente todo el universo.

    El cuerpo se siente a gusto en cualquier espesura como si formara parte de ella, como si cada vez menos o desde un lugar más lejano limitara nuestros sentimientos. Sentíamos sólo los sentimientos como parte de nosotros… el cuerpo como un límite gigante prostituido por todas las cosas que nos rodean.

    Como un líquido derramado sobre monumentales hendiduras, él no saben cuan grande es la superficie ni el vacío, él no mesuran el silencio, pero puede ocuparlo todo.

    Uno termina por vivir a los alrededores de uno mismo, y cuando pretende caminar apenas avanzaba como una masa torpe de todas las formas y colores, sintiéndose todas y ninguna.

    Aquellos pasos que uno dio en el pasado y que creyó comparables a los de un ejemplar de Mantua, marcando el corte y el ritmo de cada pisada, eran en realidad el deslizarse de una serpiente sobre la arena.


    Hay un punto en el que ignoramos incluso al tiempo. O él nos ignora.

    Pero el caminante aunque rendido camina porque intuye que el camino es su única verdad. Aunque sean muchos los pasos que uno da sin saber nada acerca de la huella, ni de reconocer nada hacia atrás porque no tiene tiempo ni espacio ni voluntad. Pero sí sus piernas.

    Cuando llega a un resplandor y volvemos a sentir la cálida temperatura en nuestras carnes, una idea, un pensamiento que está a punto de desvelarnos el destino total, se disipa, se pierde nuevamente en aquel deseo físico de sentir el sol sobre la piel, otra vez traicionados por nosotros mismos. Mas que crédulos, esclavos.

    Cada paso dado, lo hemos desarrollado en un mínima parte de la realidad. Gordos y ociosos de nosotros mismos, nos echamos a descansar creyendo que ya hemos ido... y hemos vuelto.
     
    #1

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