Eliminado los silencios

A veces entendería lo que pasa por mi cabeza, miraría de reojo tus berrinches y sentiría tus besos acariciándome los minutos.
En ocasiones siento que no te tengo dentro de mi alma sino dentro de mi cuerpo. Los mismos silencios que una vez coleccionamos hoy los tocamos y los acallamos para que no griten y para que no se asusten.
He cometido tantos errores que nunca sé qué está bien y qué está mal.
A veces te cuento que te extraño a veces no sabes ni que existo.
Las mismas palabras que una vez temimos terminar de decir, hoy las decimos sin miedo de que se ahoguen ni que se quemen.
Ya no me da pánico el verte desnudo, y tampoco me asombra sentirme en casa en ninguna casa solo porque sé que vas a estar.
En ti es donde empiezan y donde acaban mis agonías.
Los caballos corren a nuestro alrededor y hay preguntas que no sabemos responder.
Si supiéramos a dónde vamos a llegar no estaríamos dando vueltas en círculos pensado en nuestros nombres y en nuestras fantasías mal dichas.
Las cicatrices ya se curaron.
Las marcas se espumaron con los amaneceres y con los días grises que apaciblemente
supimos llevar en nuestra espalda.
Con tantas ganas he tratado de amarrarte a las patas de mi cama para saber que dirección tienes es tu camino.
Cállate mil veces por primera vez y reconoce que soy la única que te hace reír y llorar al mismo tiempo.
Todos los días me pregunto a dónde me lleva amarte.
A ti es que me gustaría amar, aunque me duela el alma, aunque se me ahogue la razón.
Es tu nombre el que amarro a mi cuerpo y el que se me cose a los bordes del vestido.
¿A dónde me llevas?
La misma alma es la que reconocemos antes nosotros. Riendo y sintiendo. Callando y hablando.
Siempre lo que miro es lo que sé que me va llevar a tus besos. Los brazos se me estiran solo por llegar a ti.
El mundo me grita que no eres la razón de mi humanidad, pero no hay calor más intenso que el tuyo sobre mi piel.
No te amo.
No me quiero volver a enamorar de ti. Solo quisiera aprender a vivir en ti...