En amor y soledad, sin cambios

Después de habernos hecho de rogar,
los rezos cuentan menos,
se convierten en algo congelado
donde resbala acaso la vida,
el presente, el macuto, la cicuta del roce,
bocanadas de aire, pulverizando el cuerpo
como dos ojos ciegos dirigiendo avalanchas
el uno sobre el otro, sin ver la oscuridad,
más aún, sin sentir ese vacío de ser desconocidos,
como si dos luceros se juntasen forjando un solo prisma.

Y no quiero que veas el mundo como yo,
porque puede dolerte, hasta el agua más clara
en tu mirada azul,
porque un sueño, tal vez, me separa de ti,
y como eso mil cosas que mantengo en secreto,
mis palabras cruzadas de un modo diferente
componen un camino de dos vías aún por construir,
la simetría, el sesgo, hay cuestiones que no saco a la luz,
cuando ondea el cadáver de una época,
y ya van unas cuántas, que hacen cola hasta el alma,
hacia la eternidad de demostrarte
que lo que hago confunde tanto como lo tuyo,
pero el amor prefiero mencionarlo cuando estemos a solas,
con ojos liberados, apoyado en la almohada,
con esta fantasía entre mis dedos
-Como arena que varía su rumbo, como ponerle mueca a una fotografía.
porque cuando mi instinto me lo dice, puedo parar el tiempo,
y convertir las horas en desierto, las estrellas en manto,
y mis mil y un vocablo en alimento de espíritu sin rito,
y acostumbrarse a mí es alcanzar la única frontera
entre el hombre y el folio,
la soledad es más que necesaria para hacer compañía,
y eso piensan mis letras, porque cuando las leen,
se convierten en oro, o en topacio,
son muchas y organizan la distancia entre la magnitud y la unidad,
salvan las enseñanzas y las normas, traspasan los obstáculos,
con esta rebeldía en automático
y mis oscilaciones,
conozco el bien y el mal, y por ello me considero neutro,
porque adoro el misterio, porque de algo necesito vivir,
ojalá fuera dios, sin cambiar absolutamente nada,
ojalá se acabase este poema sin hacerme pensar de otra manera.-.​