esa que va ahí...

Salta la gran rueda en imágenes de toda una vida, en gravitatoria ocurrencia el salvavidas de los astros recuerda los días alegres, el volantín de las tardes observa al hombre de la bicicleta que presuroso se enreda en la maraña del ocio.
El lector ocurrente de historietas se vuelve loco, quiere conquistar al mundo, arrebatarle al indulgente su pasado – libro tras libro- devorador nocturno; esta historia se escribe cuando la chica del auto lujoso entra presurosa a su destino, ella acarrea una discusión dialéctica y como no va ser posible eso, si semejante culo no puede esconderlo, solo el asiento de su lujoso automóvil sabe su secreto – lo que come y bebe- las ansias del espejo al roce del carmín.