Hablando de ti un día cualquiera

Quiero gobernar en mi vida este momento.
Ser presente y pasado, libre albedrio,
no nacer del ahora, no morir en el acaso,
cerrar la puerta a la llegada inexorable
del más puro y hermoso de los amores,
dejar que de mí broten las lágrimas,
oler el repulsivo aroma de aquellos vivos
que disfrutan de un último orgasmo,
de una última y dulce calada de cigarro
mientras la roña se hace costra en mi piel
cuando no hay huida y todo te da igual.
Quiero morir, infeliz, cuando no quieras,
y regresar de entre efluvios de alcohol,
ser una roma espina clavada en el corazón,
quiero ser sombra en la propia sombra,
el plañir del otoño entre chopos malheridos,
quiero llorar cuando tú quieras reír feliz
y nacer de entre los pliegues de tu carne,
saber que no me quieres y yo loco por amarte,
y esperar, siempre espero a estar vivo
cada vez que llega despacio el amanecer
entre promesas baldías y podredumbre,
ser hoja seca del cerezo entre los escombros,
ver de soslayo en la vitrina de los latidos
que nada me debes y que yo todo lo pierdo.
Quiero morir entre las palmas de tus manos
como el caudal inexacto de la fuente fría
que a borbotones se desliza en los dedos
crepitando en un vaso vacío de alcohol.
Quiero que hoy te levantes y te vayas,
que dejes tu dolor y toda la fragilidad,
que hoy seas el rehén de tu miserable barco
y que entre tormentas acabe hundido
entre el levante y el viento del norte...
ya nadie te espera al abrigo de ningún puerto.
Y allí donde los hombres se vuelven niños,
allí cuando tu refugio es el silencio,
allí donde morir es una promesa de vida
silentes en el cielo quebrado también lloran
las estrellas parpadeantes y lejanas.
Y solo quiero ser una roca en el recuerdo
erosionada por el paso del tiempo,
ser una penumbra en los placeres del olvido,
un estímulo tardío cuando nadie lo necesita,
un profanador de huesos en tumbas vacías,
un leñador de zarzales repletos de moras,
escribiente de pétreas y blancas lápidas,
y ante los peores presagios, sin esperanza,
alcancen unas tristes palabras a mis labios
y con un susurro diga tu amargo nombre.​