Hace más de un mes y siete noches

Hace más de un mes y siete noches
que no logro escribir ninguna poesía,
igual a aquélla que te escribí a ti,
ésa que no leíste niña mía.

Natalia, dulce dama de flores.
Así empezaban esas letras necias
y así lloraba tinta azul mi pluma,
que a mi alma y la luz hacía presas.

Confieso que eran más bien cartas
de un grito de amor desesperado,
pero distinguir entre versos y prosas,
sólo confunde más a un aventurado.

Pues fue bien, una aventura, el querer
sentir de nuevo amor ardiente de candela,
ya que si los años me enseñaron algo,
es que el propio deseo a la mujer anhela.

Recuerdo que después de esa vez en que
tus ojos con los míos tristes chocaron,
me decidí que en esa tarde escribiría de
lo que en ese día mis pupilas admiraron.

No era más que un sueño de locos, yo sé.
Pero si es de locos tratar de lanzarse al fuego,
entonces que sea también de tontos seguir el
candor de tu luz a las llamas como un ciego.

Ves ahora mujer el poder que tuvo tu mirada.
Dime, qué caso tiene el tratar de entender,
que te asombre y a la vez te intrigue, el que
yo te añore aun sin poderte tener.

Pude haber pensado en dichos de desamores.
“Es triste el amor para el hombre” unos dirían,
pues cuando queremos no nos quieren y
cuando no queremos más nos miran.

Pero hasta cuándo puede uno, antes de dar por
vencido al corazón que no escarmienta.
Parece que obligado siempre estoy, a buscar
la pasión que no me encuentra.

Me siento por última vez en esta mesa donde
alguna vez me atendiste.
Tu nombre me lo dijo ese broche, y de ti la voz
de cielo que sin pensar me diste.

Ya habrá otro loco que aquí se siente y te vea
con ojos de ilusionado perdido.
No pienses mucho en decepcionarlo que con al
verte visto, se dará por servido.

Yo por mi parte te deseo amor eterno por el
resto de tu vida compartida.
Sé que no será con la mía y bien lo acepto, sea
con quien sea, no delates tu partida.

No te preguntes nunca que fue lo que yo
escribí hace un mes y siete noches.
Fui cobarde y no te lo entregué, y ahora sé
que sin saber esquivé tristes reproches.

Esas cartas, o poemas, o escritos mal hechos
creados en mi pobre recinto de ilusiones,
fueron ofrendas de un amor que si bien no fue
a más, si fue concebido entre puras intenciones.

Te digo adiós con mi mirada al verte partir y
me quedo con el corazón en la mano,
no te voltees ni te preocupes de lo que será de
mí, que yo sé que cuando se ama, pase lo que
pase, jamás es en vano.

 

Entro despacito y silenciosa para no interrumpir este momento intimo...

Besitos de fresa un placer leerles,