Historia

La noche estaba clara aún, y Roberto Cañas pensaba en el próximo día, en su vida, en los amores, en su casa, en los oficios cotidianos. Tendría que levantarse de madrugada, para repartir los periódicos, y que como siempre Thom, su perro, saltaría desenfrenado sobre su cama para de una vez por todas animarle. El mundo lo esperaba. Le disgusta pensar en el mundo. El mundo era algo extraño para él. Y leer las noticias lo hacía más extraño además de masoquista y repugnante. Bajó la mirada desde el banco de la plaza donde se encontraba, y observó algunas homiguitas trabajando fuerte, como locas, en su lucha por cagar cosas, y sonrío. Roberto tenía el leve presentimiento que algo pasaría. O quizá no. Quizá solo fueran ideas suyas. Pero no descartaba la posibilidad. Y así fue, esa tarde ocurrió algo inesperado, es posible que nunca hubiera sucedido, es posible que sólo haya sido una jugarreta de la imaginación y el cansancio. O un sueño. Thom derramaba sus alaridos por el asfalto, el carro se daba fuga, Thom quería hablar o parecía querer decir algo, Roberto estaba inmóvil, el carro estaba cada vez más lejos, Roberto se levantó de la banquilla, Thom no paraba de revolcarse, el carro desapareció en el horizonte, Roberto corrió al lado de Thom, quiso hacer algo, quiso correr atrás del coche, quiso matar al conductor, quiso llorar, quiso gritar y pedir ayuda. No hizo nada. Quedó inmóvil. Estaba abrazando a Thom. Thom dejó de respirar. Nadie supo de él. Era como si nunca hubiera existido, o como si sólo fuera un recuerdo muy lejano en todos. Una tarde. Algunos curiosos, violentaron la casa de Roberto Cañas, y un hedor putrefacto asechaba desde dentro. Y eso es todo. Aquí termina la historia. Tal vez porque es incomodo decir lo que vieron, la procedencia del olor, y otros detalles.

 

Espero criticas, y buenas criticas, criticas duras, muy duras. No elogios, sino criticas destructivas, constructivas, quiméricas, antropomórficas, de clavos de cristo, de látigo y clavos a la vez. Gracias.