Horizonte

El comienzo es simple, un libro abierto de posibilidades donde se vislumbra el fin más no el camino, lo único que se busca es no tropezar con la misma piedra buscando rutas inexploradas y de aventura.

El camino es camino cuando va de subida y cuando vamos de bajada, a veces vas solo, a veces aún más solo y muy pocas veces bien acompañado. Tus pies se tiñen del color de la arcilla que pisas, tu frente adquiere tantas líneas como lunas ves desaparecer, mientras tus ojos se acostumbran a los paisajes que aparecen de vez en vez.

Las personas que dejas atrás aumentan su número con rapidez, las personas que guardas con recelo en tus recuerdos son pocas y los amigos solo se cuentan con los dedos de una mano. El camino te enseña diferentes lenguas y te enseña a usar las palabras, tus ideas vienen nuevas como nubes blancas y se forjan como el cauce de un rio, siempre cambiante, siempre con la idea de llegar al mar.

El camino a veces se torna pasible, otras uno cae como en un remolino, es parte destino, es parte decisión, es parte suerte y parte sudor. Las preguntas se posan sobre tu cabeza como mariposas o como yunques pesados también, a veces son cadenas que te aferran y otras son cuerdas para subir sobre barrancos.

A veces avanzas con premura, otras parece que avanzamos con lento paso y mirar el reloj solo es una manía para intentar controlar los segundos. Y del final del camino que te puedo decir yo si a pesar de mirarlo siempre en el horizonte se me hace tan distante, ese lugar a donde la suerte, mis ideas y mi deseos me quieren llevar.