Imperativo melancólico

¿Volveremos a vernos?
Ya nada es tan secreto.
Los caminos
que en el viento pintamos,
permanecen intactos de nosotros.
El momento es agua que corre,
y todo se lo arrasa.
Los muelles del atardecer
abrazan y despiden...

¿Como escribir un verso
que te pueda,
que te baje la guardia?
Un verso que te escriba
y describa,
como una nota al pie,
de este silencio que inventamos,
que te lleve a un instante
en el lento recuerdo
de una playa desierta,
que te robe un minuto
de todos esos días,
que trazan la distancia
de nuestros corazones solitarios...

Por si llegas
me llego
hasta el piso
que pisan
tus pasos
pasajeros,
herederos
de un tiempo
donde el momento era
todo lo que soñamos...

¿Cómo escribir un verso
que te perfume el aire
en esta madrugada,
que encienda tu mirada
plena de amaneceres,
que te robe un aliento,
que te dé una esperanza?

Quizá yo sólo he sido
un poeta del invierno,
perdido en primaveras deshojadas.
Un creyente nihilista.
Conspirador serial de la nostalgia.
Matador de deidades.
Destructor de metáforas
atadas al ojal del sinsentido.
Un imperativo melancólico
ajustado al reloj y a la campana,
de los sueños que mueren
en nuestras soledades
dialécticas, accidentadas
en encuentros efímeros,
corazonadas torpes, apenas,
destino cruel
de un fin inevitable
camino hacia la nada.