Inconclusiones De Un Idilio Abatido

Hubieses caminado sobre mi alma
como si tus pies fuesen de eterna brisa de soledad opípera,
pero tu fuiste dejada, tan viva,
como dalias de noches rutilantes que deliran en sus lunas,
pero si las luna mueren,
fragantes, como rucios azabaches taciturnos.
Tanto has vivido...
Tanto has caminado...
Tanto has amado...
Cual tu soledad me sabía a miel,
la mía me sabía a un éter nimbado en amor errante...
Cual tus labios me parecían aljibes de
lágrimas crepusculares...
y no me sabían...
Eras tan sofista, como los cuerpos siderales
en la bóveda triste de la noche.
Tu vicisitud de labios gélidos y manos frívolas
consternaba el síndrome matinal del óreo naufragante,
pero tanto naufragaba...
pero tanto constelaba...
Como nebulosa somnolienta en las
exequías del ocaso,
y me sabían a Relatividad...
de tus manos hacia el tiempo,
de tus ojos hacia el Cosmos,
de tus labios al espacio...
Eras tan primaveral, como soles herrumbrosos
y marchitos en la miasma absoluta de la vida,
pero tu beldad de melancólicas falenas...
traumaba el hadonismo carmesí de la primavera muerta...


Dan Zalavarria
12/02/2016

 

Hermoso como escribes, me encanto mucho tu poema, un abrazo Lili.

 

Brillante el trabajo en la composición magnífica, alta calidad sobresaliente.
Jorge Lemoine y Bosshardt, "Estrella Máxima" de Mundo Poesía.