infante

aun en sus pupilas
brilla la inocencia
sus labios escupen sin miedo
una disculpa
se enoja y perdona como las vueltas
de una ruleta

un rato triste otros alegre
su suelo no se moja ni se seca
su alma sigue pura

deseo que nada si hay la nada
que nunca si existe el jamas
exista quien cicatrice tu corazón
mejorar el mundo para ti

dejar de tropezar y mi reflejo no te hiera
purificarme y sin temor mirar
el mundo como lo miras tu

ahora entiendo ..no es que no te amara
no sabia como amarte
no era digna de tu amor
no merecía tocar tu corazón
me sentía apenada ante tu
humilde mirada

si en ti existe la bondad
o un poco de maldad
es el reflejo de tu infancia

 

Que hermoso, realmente sencillo, simplemente así. Yo creo, es mi forma de pensar en este momento como en algunos otros, que ser social siempre con lleva muchisimas cosas complicadas, jaja, que la verdad yo prefiero dormir, jaja, perdon, no es burla. Los niños son hermosos.

 

El amor de un hombre niño tiene la ventaja de ser puro.
Y la desventaja de perder su inocencia...

Un grave dilema.

Saludos.

Dragon Ecu

 

gracias por leerme definitivamente pienso que el amor mas admirable es el de un infante pareciera que en su efimera existencia no comprenden mucho pero lo entiende de todo ya que su visión no es limitada lo cual les permite tocar mas alla de la pureza pienso que para el mundo ideal tendriamos que crecer conservando el lado infantil o simplemente no crecer

 

¡Qué hermoso poema! Sí que me gustó, mucho, mucho... La infancia sin duda es el cimiento de lo que somos ahora, algunos más humildes que otros, unos más niños que otros, hay adultos que parecen seguir siendo niños, y niños que se hicieron adultos a tan temprana edad... Pero a pesar de todo, qué magnífica es la inocencia de la infancia. Para mí ha sido la mejor etapa de mi vida, la adoré.


Me quedo con al primera estrofa, ¡es genial! Sólo a modo de observación, recomiendo el uso de signos de puntuación, de modo que el poema se luzca y la lectura sea mucho mejor.

Ha sido un gusto encontrarme con tu poema, Enaid, qué alegría volver a leerte.

Un abrazo.