La dulce náyade (soneto)

Las ninfas al ocaso van al mar,
cuando el mar desvanece en el boscaje
cada hoja se estremece, en el viaje
y en la arena se sientan con su par.

Las ninfas tienen ganas de nadar
bajo las olas frescas del paraje,
cuando su cuerpo nudo y muy salvaje
me incita desde el suelo para amar.

El bosque es un refugio impenetrable
con su orilla de arena de oro fino
para amoríos nudos sin aliento.

Una náyade cálida adorable.
es la dulce ilusión de mi destino
y extasiado me quedo muy contento.

Claudio Batisti​

 

Que hermoso tu soneto mi querido Claudio, unas ninfas traviesas
que te llevan a su bosque para que te extasíes con su belleza, me
pareció una ternura tu soneto de hadas, gracias por compartirlo.
Besitos apretados en tus mejillas.

 

Inspiración que se alza con mágicos paisajes querido amigo...
Un gusto leerte...cuídate mucho!!
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy