La habitación

Recuerdo la triste habitación,
la lamparita blanca, entonces amarilla,
teñida por el tiempo y por la luz,
la ausencia del aire en mis pulmones,
el lento devenir de los minutos,
el olor a humo
y la estrechez del cuarto,
un bodegón muy bien pintado,
la triste realidad de la cebolla,
la orla en la que estoy orondo
ataviado con una toga roja,
y los tres cuartos de vida,
quizás,
que aún me quedaban — quedan — por delante.

 

Sí, recuerdas muy bien, y por lo visto, mereces un aplauso.
Plaff, plaff, plaff.
Eres como una foca que sostiene en su hocico, una pelota hinchable.

 

Muy interesante leerle

 

En realidad se me olvidó y de nuevo la he leído y me gustó más

 

Eres muy amable, Eunice.
Saludos con mi afecto.

 

Evocación muy lograda de esa habitación de la infancia o de la adolescencia. Un saludo cordial.

 

Gracias. Hubo una etapa de mi vida, a pesar de las condiciones favorables, difícil para mí. En esa habitación tuve que lidiar con mi ansiedad durante las noches. Éstas parecían no tener fin, pero, finalmente, siempre veía amanecer. Abrazos.

 

"la triste realidad de la cebolla,"
Inevitable no fijarse en la cebolla, compañero,
pero el resto de la pintura es admirable.
Muy bueno, Luis,un abrazo.

 

Recibo con alegría tu comentario, pues te considero una magnífica poeta.
Un abrazo para ti, Rosario.

 

Tiempo a veces nos sobra, grato leerte

 

Muchas gracias, Marianne.
Abrazos.