La hora nona.

Intenté llamarte a mi soledad enamorada
sin una respuesta de tu parte
en la esquina de la velada.
Escuchabas desde la hora séptima
hasta la hora nona
mi silencio en la espera.
El amor que de tu parte no llega
y que de la mía se expresa
con cartas rotas
de mi rabia amante.

 

En el mundo real, mi estimada Solangel, ciertamente... no siem-pre nuestras relaciones tienen ese delicioso color rosa, que uno se espera. Cosa de la vida, compañera. Buen enfoque.
Afectuosamente:

 

Amamos desde ese mundo de soledad y lo que nos viene pasando en que nos acostumbramos a esa forma de ser,
abrazos fraternos me alegra haber encontrado sus versos

 

En efecto poeta, aveces así ocurre. Abrazos muy grandes para usted.

 

De acuerdo, nos acostumbramos a ello. Nuevamente mi querida poeta llegan sus ojos a estas letras. La felicidad es continua.

 

Cierto es poeta, cierto es. Abrazos muy fraternos