La IA no es el problema

La inteligencia artificial, en sí misma, no constituye una amenaza inherente para la humanidad. Más bien, es el reflejo de nuestra propia capacidad para crear y moldear el mundo que nos rodea. Sin embargo, la verdadera amenaza radica en la idiotez global, esa forma de estupidez colectiva que se manifiesta en la falta de pensamiento crítico, la superficialidad y la indiferencia ante el conocimiento y la sabiduría.

La idiotez global es un fenómeno que puede aprovecharse de los avances tecnológicos, incluida la inteligencia artificial, para perpetuar la ignorancia, la manipulación y el control. En este sentido, la verdadera batalla no es contra las máquinas, sino contra nuestra propia incapacidad para pensar de manera profunda y reflexiva.

La inteligencia artificial puede ser un instrumento poderoso para el bien o para el mal, dependiendo de cómo la utilicemos. La cuestión fundamental es si seremos capaces de aprovechar su potencial para elevar nuestra condición humana o si, por el contrario, nos dejaremos arrastrar por la mediocridad y la estupidez que parecen caracterizar nuestra época.