La Magdalena y la fábula de los impíos corderos.

Qué tarde se hace tarde
Cuando duermes con la Magdalena.
Tiene pelo de vocación prensil,
Sonrisa espinosa,
Ojos de perturbación alcaloide,
Y corazón sin sangre.
Su espalda es el refugio de los incautos,
Y sus piernas una habitación oscura.
Tiene hambre de cielo,
De nubes y Luna.
Del Mesías áspero que aceptó el fuego de Prometeo.
Qué simple que es lo simple
Cuando acaricias su memoria volátil,
Y raspan entre lo infame y lo elitista
Aquello que de bajeza está moldeado.
Tiene jaulas por manos,
Y lujuria por pies.
Cuentan que habló a las Oceánides sobre una profecía.
Dícese de la triste musa
Que ahonda en los pensamientos negros.
Acumuló naufragios en su abdomen
Y acero en los huesos.
Eran tiempos de Magdalena,
Eran ocasos rancios de sol arropado,
Aquellos en los que el existencialismo se reducía a polvo.
Qué viejo se hace el tiempo
Cuando te absorbe la Magdalena,
Y que falsa es la mentira
Cuando todo está tan claro.
Vive aún vestida de jazmines en los jardines del Edén,
Y se reúne con el invisible a devorar de a poco el mundo.​

Valentín V.​

 

una excelente obra poeta... en esta fábula de tentaciones, la reputación de Magdalena, y esa hipocresía manifiesta de los corderos... (más cuidado en el uso de las mayúsculas... un pequeño detalle... que en nada opaca el contexto)... ¡excelente poema!

Bienvenido tu arte a MP

Ramiro

 

Es un placer pasearme por tus versos inspirados,es un buena descripción a lo que haces referencia, un gusto visitarte hermano seguimos en contacto
Un abrazo