La nadadora

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Ella nadaba
Y fue allí bajo el agua
Donde encontró el silencio

El líquido dorado de un sol de agosto
Rasgaba descarado su ausente semblante
Allí una voz
Susurraba secretos
Escondida de las sombras
Impregnando sus cabellos

En la orilla sólo el zumbido de la abeja
Detonaba el mundo sin indulgencia

Ella nadaba
Y fue allí en silencio
Donde se reencontró bajo el agua

Corrientes gélidas
La arrastraban hasta el fondo
Al núcleo férreo de su coraza

Comenzó a faltar el impulso
Torpe ímpetu de un torpe esqueleto
Lámina de papel couche calado

Ella nadaba
Y el silencio se propagó en el agua
Todas las abejas del mundo
Acudieron excitadas

Hubo estruendo, confusión, destellos
Entre el caos y la ceguera
La rigidez de su espalda
Ahogó en silencio
La punzante añoranza

 

Es un poema triste, pero excelente, perfecto. Te dejo reputación y mi admiración.

 

Tremendo, me encanto...gracias por el momento.

 

Muchas gracias amigo!

 

Aun me conmueve la añoranza, mientras siga sintiendo seguiré compartiendo mis humildes letras. Gracias por pasar y comentar, un abrazo!