LA PESTE SUBTERRANEA- PTE 2

Cuando el remolino de usuarios me arrastro al interior del vagón apenas pude sujetarme de uno de los tubos de apoyo, éramos demasiados los que madrugábamos para ir a nuestro trabajo, yo había abordado en chabacano y debía de dirigirme hasta metro revolución para llegar a mi destino, sería un viaje difícil.
Cerré los ojos y me sujete fuertemente del tubo que evitaba que cayera con cada vaivén del convoy, trate de perderme en la música de mis audífonos, el calor y la incomodidad eran insoportables, pero en un estrepitoso movimiento, un señor de mediana edad y baja estatura se sujetó del cable de mis dispositivos provocando que se desprendieran de mi teléfono, no solo eso, sino que el conector se quedó dentro del dispositivo sin posibilidad de sacarlo.
-Lo siento, perdón.
El hombre que se veía muy cansado estaba de verdad apenado.
- Descuide, fue un accidente.
Ahora no podría escuchar nada, ni siquiera mis notificaciones, una vez llegado al trabajo me tomaría unos minutos para tratar de arreglarlo.
El convoy avanzaba despacio, demasiado, llegamos a la estación Pino Suarez , donde un puñado de personas bajo pero aun así el vagón quedo con personas de pie, entre ellas yo, el señor que tuviera el incidente conmigo bajo no sin antes darme una naranja y agradecí con una sonrisa. Las puertas del vagón se cerraron pero vi algo que llamo mi atención, las personas que bajaron seguían en el andén, no avanzaban y de pronto pasaron corriendo varios policías derribando por accidente a las personas, iban muy apurados y algunos armados.
El metro reanudo su marcha, el calor se intensifico, sabía que en la siguiente estación bajarían más personas y quizá, solo por unas estaciones más podría ocupar un asiento, un viaje en metro puede parecer cosa de nada pero bajo esas condiciones es toda una odisea.
Llegamos a Zócalo, pero el convoy no se detuvo, había mucha gente, muchísima, con el riesgo de caer a las vías, vociferaban y gritaban, pero el tren mantuvo su marcha, supuse que debido a tantas personas no quiso parar.
- ¿Qué estará pasando haya arriba? – pregunto una señora-
- Seguramente otra manifestación- le respondió alguien más.
De pronto el tren se detuvo a medio túnel, eso era ya muy común, tome mi teléfono para verificar la hora y vi con agrado que aún tenía suficiente tiempo para llegar a mi trabajo, pero no me percaté de que había perdido señal por más de veinte minutos, tenía cinco llamadas perdidas de mi compañero y a duras penas me llego un mensaje corto que me atemorizo. “NO TOMES EL METRO”