La princesa y el gnomo

"Corazón gentil, corazón santo -le dice la princesa al gnomo- soy prisionera y hasta tí no puedo llegar, te envío mi corazón para que te entregue mi beso -y él lo acoge en el suyo- Caliéntale en tu hoguera, te lo suplico, él anhela arder en su fuego, desea arder contigo, -y el gnomo, gentil y enamorado, amoroso su fuego al corazón de la princesa presta y con él lo envuelve- Quisiera que mi mano tomaras y seguirte, y que tú me llevaras a sentarnos en la sonrisa de la luna, pero soy prisionera, vivo en una fría torre que construyeron para preservar mi pureza mis preceptores y no sé dónde pueda estar la llave que su puerta cierra, ¿Podrías, gentil gnomo buscarla y liberarme?, aquí hace frío y muero de soledad". "¿Y si la encuentro me amarás?" -pregunta el gnomo- "Seré tuya -dice la princesa- Yo deseo seguirte pues te amo, pero salir no puedo de esta prisión. Soy Rapunzel la princesa, que vive prisionera; mi guardían es el miedo, mi torre fue construída con muros irreales que solo yo contemplo, y el aire que aqui dentro respiro parece protector más agobia a mi pobre corazón". . . Y el apuesto y gentil gnomo la mira en silencio y en silencio la hace comprender que la prisionera es su naturaleza carnal femenina; la torre, la frialdad con que vistió a su cuerpo; el carcelero, el miedo a amar como aman las mujeres cuando en amores caen; los preceptores, todos esos conceptos que en su mente grabara la moral de los tiempos. . . "Lo comprendo y aun así necesito ayuda" -le dice la princesa, y él inclina levemente la cabeza con un gesto que sin palabras dice: "De acuerdo, princesa Rapunzel, tendrás tu llave; sé dónde está". . . Y sin más ni menos se dá gentil la vuelta y se va dejando en el corazón emocionado de la princesa su callada promesa. . . Ya le ama. . . El gnomo, el estratega que conoce caminos secretos de leyenda y luz que los demás ignoran, caminos aprendidos en incontables viajes, en centurias de pensamiento y vida. . . Gnomo enigmático y sigiloso, el que vigila. . .

Dulces dardos
hirieron a Rapunzel,
herida está de muerte,
dulce suerte. . .

Fuertes dardos
que a la princesa postraron
en el corazón amado. . .

Lecho de muerte,
dulce muerte
pecho fuerte,
dulces dardos,
más dulces que la miel son. . .

Amor eterno,
amor eterno. . .
Dulce gnomo,
dulce amor.

* * *

Feliz princesa,
bello destino,
éxtasis continuo
es sentir tu amor
bailando en el mi corazón
como baila en la flor
el temprano rocío. . .

Por dardo muere Rapunzel de amor
que no a espada. . .

 

Hermoso... Puede ser perfectamente la intro y despues la canción... Te veo con una guitarra... Seguro que tocas tan bien como escribes, noble dama.

Gracias por compartirlo.

 

Gracias Chaos por tus comentarios a mi pequeño escrito por los que deduzco que lo has leído con atención. Gracias además por disfrutarlos pues eso, como tú muy bien debes saber, le da un nuevo sentido a lo que escribimos y es el compartirlo con almas hermanas.
Con respecto a la guitarra te diré que es solo simbólica, simple instrumento de juglar, no he tenido la suerte de haber recibido ese don, así, no poseo otra música que la de mis poemas. Un saludo muy cariñoso