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Le he dado a mi cancionero.

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Maktú, 27 de Octubre de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 296

  1. Maktú

    Maktú Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Hombre
    Le he dado a mi cancionero
    el tempo de mi latido,
    el aire de mi sonido
    que brota libre y ligero.
    La dicha fue dar primero
    -y así acrecentar mi dicha-
    ya que no hay mayor desdicha
    que no darse todo entero.

    Me aúpo cuando me humillo
    -así lo ha enseñado el cielo-
    para alcanzar el consuelo
    de brincar como un chiquillo,
    de quererme bien sencillo
    sin complicarme por serlo,
    de querer reconocerlo
    descorriendo mi visillo.

    Sólo soy cuando camino
    -ya que quieto vivo muerto-
    ando a pecho descubierto
    al vaivén de mi destino.
    Soy mi paz y mi asesino,
    mi perdón y mi condena,
    tengo el alma en cuarentena
    entre el ser y el desatino.

    No quiero llevar la cuenta
    del dolor que he recibido,
    ni dolerme malherido
    por cumplir más de cuarenta,
    ni acordarme de los treinta
    cuando subo la escalera,
    ni olvidar la primavera
    si me llegan los noventa.

    Nada quiero que no pueda
    digerir sin resquemores,
    ni persigo resplandores
    en la cruz de una moneda.
    Nada sé de polvareda
    para camuflar mi aspecto,
    ni me sumo al desafecto
    Levantándome la veda.

    Cada vez que de repente
    viene a mí la noche fría
    antepongo mi alegría
    a su gélido relente.
    La convenzo tiernamente
    y con besos la hago aurora,
    se convierte en profesora,
    compañera y confidente.

    La pasión viaja conmigo
    resultona y bien vestida,
    tan curiosa y divertida
    que con ella me bendigo.
    Me abre puertas –soy testigo-
    y me enseña lo qué pasa:
    la pasión es la argamasa
    que entrelaza lo que digo.

    Si me pierdo tengo claro
    el lugar de donde vengo,
    no me aferro a lo que tengo
    ni me doy al desamparo.
    En la senda sigo al faro
    que destella fulgurante,
    el que brilla –Dios mediante-
    con el signo más preclaro.

    Dado que no me permito
    flaquear ni andar despacio,
    raudo voy por el espacio
    tras mi cielo favorito.
    No me cansa el apetito
    de buscarlo entre mis canas
    o a través de las ventanas
    de un espléndido infinito.
     
    #1
    Última modificación: 9 de Noviembre de 2011

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