Lincon e Ina

Él era mendigo,
ella era rica.
Él se llamaba Lincon,
ella se llamaba Ina.

Todo empezó en un bar,
en pleno centro de un pueblo,
ella bebía una cuantas copas de más,
el hacía la ronda para poder conseguir algo de dinero.

Ella se fijó en él desde el primer momento,
él se sentía raro que ella se fijara,
nunca sospecharían que iba a aflorar un gran sentimiento,
no en aquel momento que se dirigieron su primera de muchas palabras.

Ella le ayudó a él a conseguir un trabajo,
él jamás supo cómo agradecerlo,
ella siguió siendo portada y recibiendo muchos fajos
mientras él empezó como camarero.

Jamás les importó el dinero,
jamás les importó el riesgo de que saliera mal,
sólo desearse amor eterno,
sólo amarse hasta el final.

Una gran noche en el hotel de Ina,
Ina preguntó a Lincon
que si le quería
y él le dijo:

"Prometo cuidarte siempre,
prometo despertar a tu lado cada mañana,
desde el uno de enero al treinta y uno de diciembre,
te acompañaré en cada madrugada.

Prometo amarte como nadie amó antes,
dedicarte a tí mi vida,
no dejar de hacerlo ni por un instante,
a pesar de las idas y venidas.

Prometo no hacerte promesas que no querré cumplir,
prometo cumplirlas todas y cada una de ellas,
para que no te arrepientas de estar junto a mí,
pues yo soy aún mendigo de tu amor, princesa."

Ella tomó su mano y nunca más la soltó,
él le miró a los ojos y nunca más paró de sonreír,
de lo que pasó esa noche sólo fue testigo su corazón,
yo soy el narrador, así que narraré que se fueron a dormir

 

Muy bonito. Muy humilde. Y también, dichoso. ¿ Qué significa eso ? Dichoso... Feliz. Más o menos, es lo mismo: Bienaventurado. Buena Suerte... Ojalá nos pasara a todos, eso. Eso que pintas, con tu lápiz, sobre el cartón. Hermosa huella.