Llamando a la muerte

Ausencia de oscuridad,
es todo lo que temo
cuando cierro los ojos
esperando una visión
cargada de sombras.

Sangre derramada es
recogida por manos
cansadas de llamar
a la puerta de la muerte
y no recibir respuesta.

Quisiera hallar el nicho
en el que yacerá mi cuerpo
mojado por la escarcha y
la humedad del hedor.

Cadenas de acero arrastro
y nadie comprende mi llanto
cuando digo que no aguanto
tal dolor.

Sigo llamando a la muerte
pero se niega a recibirme.
Hiriéndome para liberarme
de la sangre que me recuerda
que mis días no han caducado.

Me siento sola con la soledad,
ella me habla pero yo solo oigo
palabras de esperanza, y eso
desgarra mi alma.

He vuelto a escuchar el
cántico fúnebre del campanario.
El horror me ha visitado
al recordarme que no cantaban
para mí.

No puedo con las dagas
que me atraviesan.
Es inútil seguir pintando
el río con mis ojos empapados
de lágrimas sangrientas.

 

Tienes razón, pero la muerte no deja de ser un estado más de la vida, porque solo podemos pensar en ella mientras disfrutemos de la vida.
Un saludo.