Llantos breves (Versión reducida)

Oscar se levanta los pantalones, y Belén, su mujer, quién ya tenía listas las bolsas y el carrito, está en el baño arreglándose. Son las nueve de la mañana de un sábado soleado, y los jóvenes casados se preparan para ir comprar víveres para la semana.

Ya en el pasillo del cuarto piso, el matrimonio va al ascensor. Pasan por donde están los tachos de basura y la portera, quien limpia las escaleras, va y los saluda con su particular energía y su mirada simpática.



— ¡Buen día! ¿Linda mañana, no les parece? — Pregunta la portera amablemente.

— Sí, muy linda la verdad. — Dice Oscar.

— Bueno, mejor no les quito tiempo, ¡Qué tengan un buen día! —

— ¡Que tengas también un buen día! — Devuelve el saludo Oscar mientras cierra la puerta del ascensor.



Al llegar a planta baja, Belu está en silencio. Oscar, perspicaz, sabe que ella es una persona muy celosa, y decide no tomarla muy en serio. Con cierta tensión fría, salen del edificio. Mientras tanto, Sandra va a su departamento en el quinto piso para avisarle a Carlos, su marido:



— ¡Carlos, Carlos, se fueron! —

— Uh bueno, ahí llevo las herramientas. —



Con cuidado, bajan al cuarto piso por las escaleras y van al departamento 23, casa de Oscar y Belu.

— Vos quedate a vigilar si alguien viene. — Susurra Carlos.

Con maestría, al cabo de cinco minutos, Carlos abre la puerta cuidadosamente, y se mete en la casa. Desde atrás, su mujer lo sigue y entra con él. Cierran la puerta y, mientras sacan las bolsas de consorcio de tamaño XL, empiezan a inspeccionar el departamento. Revisan cada cajón, cada alacena y cada estante que había, aunque realmente no hay muchos muebles.

Listos el living y la cocina, ahora toca la pequeña pieza. Parece que no, pero la pareja tiene mucha guita ahorrada para un departamento más decente, y el cual está escondido atrás del placard. Con mucha confianza, Carlos empuja la puerta de la pieza, y se sorprende amargamente de lo que ve.



— ¡Sandra, vení! — Grita torpemente.



Sandra va apurada a la pieza y también se queda sorprendida; Los casados tienen un bebé, que aparentemente nunca sacaron de la casa. Como si supiera que es lo que está pasando, el bebé comienza a llorar y gritar desconsoladamente. Cada llanto era como una alarma para los escurridizos chorros.

En un acto de desesperación, Carlos sacude al bebé para callarlo, pero es inútil; Le da un cachetazo, pero el recién nacido ahora llora más fuerte. Sandra intenta calmarlo, pero tampoco sirve. A cada segundo que pasaba, más probabilidades tenían de ser descubiertos. Estresados, los delincuentes toman una decisión y, asustados, abandonan la casa de inmediato, sin haber revisado la pieza.

Una hora después, Oscar y Belu vuelven del supermercado. Entran al departamento y, mientras Oscar acomoda las bolsas en la cocina, Belén va al baño. Ella nota que la puerta de la habitación está abierta, lo cual le parece raro, ya que la dejó arrimada cuando se fue. Segundos después, un grito horroroso proveniente del cuarto rompe el silencio. Oscar va rápido a ver que pasa. Al llegar, se queda impactado, sin poder creer lo que ve y con el cuerpo completamente paralizado; El bebé yacía en la cuna, completamente inmóvil.