Los males del hombre

En el yerroso paraje de la ominosa mediocridad,
se concentran el ocio y el amor a la pasividad

La tranquilidad de creer saber o saber a medias
y de buscar el camino fácil a la entrega mezquina

En el yerroso paraje de la envidia maquiavélica,
se disipan el miedo a dañar, injuriar

Y de los miedos caducos que crean afrentas,
hoy no hay otros culpables enteros o partidos

De los cielos abiertos en mi atmósfera hirviente,
no hay más culpables que los males del hombre

Los que han crecido raudos a paso de desatino,
y roto la calma como si nada pasara...

Si hay un poder que se asoma imponente,
cavilando la fórmula perfecta para nuestro fin

¿Seremos nosotros los que acepten
sin siquiera dar desnivelada pelea?

Del retorno acelerado a los tiempos dictatorios, tormentosos;
no faltan pruebas de lo que esta sucediendo

La entrada a tiempo de cambios inminentes,
exige cambios de ideologías remanentes

Luchar con la palabra y no con las armas,
andar con premura hacia vientos de cura

Generar un movimiento hegemonista;
una tendencia solidaria de amor al hombre mismo

Al hombre que se enjaula en fronteras a montones,
y que sin darse cuenta es más objeto que ser

Que se enjaula en sus prejuicios inciertos
y que se deja llevar por sus impulsos primitivos

Ambos extremos recorridos, extremos para nada buenos;
son así los males del hombre, y que triste es que así estemos...