Mabelia

La gente camina con el diablo, y lo mejor,
es que no lo creen, y eso…
Eso es fantástico.


Aquellas voces deshidratadas tocando la puerta,
teníamos, no sé, al menos yo tenía un unicornio responsive,
era magenta y solíamos cristalizarnos los tímpanos
y crackear las inmensas gotas de mar
que exprimíamos los miércoles o casi todos los días,
no espero que me entiendan,
no es importante que me entiendan, ya saben,
lo del unicornio, todos hemos tenido uno,
lo importante es que hoy siento que,
que ya no volveré a ser el viento,
que mis escombros ya no retienen los mañanas,
las puestas de sol y las fiestas de quince años,
creo que es hora de que me vaya,
¿pero a dónde?, si nunca estuve,
he teorizado mi lengua y practicado mis garras,
salté de un techo en llamas
y más de una vez me golpearon en la espalda los policías,
y saben que hago ahora…
Muy temprano en la mañana
me conecto a las caligrafías translucidas y me voy a trabajar,
y mientras voy en el auto,
veo el temor de la gente de ser diseccionada
por la falta de educación vial, por las cucarachas amarillas,
por el temperamento del tiempo, y sí, es cierto,
hay un complot para que la gente
llegue tarde a sus trabajos y sea despedida,
para que llegue tarde a casa después del trabajo
y no tenga tiempo de descansar lo suficiente
y envejezca más rápido. Pero eso no es importante,
lo importante es que tomaron sus unicornios,
y los convirtieron en música barata, en diarios parcializados,
en conversaciones insensatas de filosofía y sexo,
y un día vinieron y raparon mi unicornio,
y reemplazaron su cuerno con revistas de social life
con la foto de mi familia, y lo violaron y trituraron
hasta convertirlo en academias técnicas de hotelería y turismo.
He teorizado mi lengua y practicado mis garras,
salté de un techo en llamas
y más de una vez me golpearon en la espalda los policías,
y saben que haré ahora… Nada,
después de un tiempo me di cuenta
de que nunca le hicieron nada al unicornio,
de que en realidad nunca hubo unicornio,
de que el unicornio era yo,
y que sólo pueden hacerte algo, aquellos que nos importan,
el resto, el resto sólo hace lo que tiene que hacer.
La gente camina con el diablo, y lo mejor de eso,
es que no lo creen, y eso…
Eso es fantástico.



Después de un tiempo
me di cuenta de que el unicornio era yo…
Aún adoro el magenta.​

 

¿Será que somos el diablo?

Se nos van cayendo pieles... o nos las van quitando.

Un saludo.

 

Somos nada, como decía mi profesor, "somos imbéciles"