Malevo el corazón se hizo enemigo.

Añil y elemental le busco abrigo
al frío que acomete y me desplaza,
al miedo aterrador que me da caza
torciéndome la cara y lo que digo.

Cobarde en desafecto me maldigo
dejado de la mano de mi raza,
helado el corazón no metió baza
y turbio se hizo al punto mi enemigo.

Latiendo inoculó fatal veneno
dejándome la sien yerta y perdida
y el cuerpo magullado y nazareno.

Latiendo vertió en sangre verso y vida
y el pulso me enterró de pronto en cieno,
y el barro rubricó mi despedida.