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Meditaciones en un baño de tina

Tema en 'Poemas Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Tobare, 24 de Agosto de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 250

  1. Tobare

    Tobare Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    21 de Septiembre de 2013
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    Meditaciones durante un baño de tina


    Primero que todo quiero advertirles que no me lean
    porque no es mucho lo que tengo para contarles;
    puedo decirles, por ejemplo,
    que mi espíritu se forjó gracias a la lectura
    de roídas enciclopedias,
    escuchando aullidos provenientes de viejos hospitales,
    calculando, estudiando moléculas invisibles,
    mientras me tragaba unas cuantas verdades indigeribles
    escupidas en revistas escritas en idioma inglés
    gracias al sacrificio de villorrios enteros de roedores
    al servicio de randomizados genocidas
    vestidos de impecables delantales blancos.

    La verdad es que mucho no he aprendido,
    siempre he admirado más
    la osadía de los últimos de la clase
    (aunque en esto no me atreva a imitarles),
    porque en cuanto a mí la medicina se trata de palabra,
    primero la palabra,
    -¡antes que todo la palabra!-
    ya verá usted como sola llegará
    la hora de los principios activos,
    los pabellones asépticos,
    o las milagrosas píldoras
    disponibles en atractivas ofertas
    de farmacias coludidas.

    Dicho de otro modo,
    la medicina no se trata
    de trabajar bajo el juramento
    a rancios dioses griegos
    que hace tres mil años
    dejaron de calentar a nadie.

    La medicina,
    y esto lo digo parafraseando a un viejo amigo,
    hay que escribirla con el corazón del corazón,
    no se trata de rescatar muertos de sus propios ataúdes
    o de ser un cadavérico soldado
    al servicio de inescrupulosas farmacéuticas.

    La medicina es un humanismo
    -primero que todo un humanismo-
    porque se lanza a los confines
    de los parámetros corpóreos,
    buscando aliviar los más insondables padecimientos,
    subsanar esas lágrimas sonámbulas
    que arañan los laberintos,
    curar los oxidados humores
    que circulan por nuestra sangre
    regando conciencias extenuadas
    de madres o de viudas
    que ahogaron su desconsuelo
    en otrora blancos pañuelos
    ahora enmohecidos.

    No se trata de sentarse a ver las radiografías
    de ancianos solitarios que juegan a las cartas
    mientras esperan a la muerte
    semisentados en rígidas camillas cristalinas.

    Pero esto es sólo una cara de la moneda
    (aquí confieso he cometido un exceso)
    porque también están
    los abrazos apretados
    capaces de colorearnos todo el día
    con alegres tonos de verdes y amarillos,
    la afable compañía durante el horario de visitas,
    la sonrisa del que ama lo que hace,
    la amistosa ayuda infatigable
    de los que se aporrearon
    bajo el caluroso alero de los libros,
    la cálida mano que te acompaña
    bajo la cariñosa sombra de esos ojos
    que tu sabes no te dejarán
    pase
    lo
    que pase.

    12 de Agosto del 2017
     
    #1
    Última modificación: 24 de Agosto de 2017
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