Mi palabra me cambió la vida

Por qué ser impaciente puede ser muy jodido.
En mis cuatro paredes parezco un poseído.
Yo no me veo techo, siempre puedo meter la pata más a fondo.
En mi caso filosofar es mudo.
Las mejores respuestas las congelo.
Quizás este concepto que tengo de la ignorancia humana
sea también manipulable.
Les pongo en situación:
"No me creo capaz de hacerles ver la luz."
Esa expresión resulta baladí.
Escribo sobre mí, no sobre la belleza de mis tácticas.
No me quiero desenganchar de ustedes,
aunque sea un tabú, aunque todo lo mío lo parezca,
estoy convencidísimo de que es la orden del día.
Parece que hablo en serio, pero es lo que tiene el humor escolástico.
No quiero dar trabajo a la hermenéutica.
No quiero, ni tampoco, ni pretendo, ni echo en falta.
Es quitarme mi voz de los oídos y parezco otro más.
El idioma que aprendo día a día me dice que aprender es una farsa,
digo que para mí, que soy tan verosímil con el verso y la palabra,
busco otra ilusión en que ustedes conecten con todo lo que pienso,
en gran parte, porque no puedo ponerme en su pellejo,
me supera, y me produce náuseas ser condescendiente,
salir de mis dominios.
No me pregunten cómo, pero todo lo que me dicen lo tengo entre algodones,
y parece que tenga puntos débiles,
pero cuando me da por escribir salgo a pedir de boca,
de la suya depende que esto sea un poema, un bodrio, una injusticia,
porque cuando lo hago tardar en digerirlo sabe a rayos,
yo no opino al igual que los maestros, los filósofos o los illuminati,
porque todos son sabios hasta que yo demuestro lo contrario,
con tan solo existir y esbozar una mueca.

Yo les puedo pintar mi realidad.
Pero si soy difícil de tratar, imaginen de entender.
Extrapolar mis textos les lleva a un nuevo mundo,
pero yo no acompaño, solo muestro, para autoconvencerme,
por activa y pasiva,
esto es, siempre traigo primicias.

No serán valoradas.
Exigen el valor de contemplarlas, pues implican verdad que os paraliza,
seguir ese camino, bien podría matar a corto plazo.
Empecé desde abajo, ya he contado mi vida por fascículos,
ahora que estoy arriba, mi mente desarrolla nuevas formas,
mucho más que lo cierto, lo probable, hablo de trascendencia,
pasar de hombre a dios, aunque os dure un segundo, con un fin predecible.

Yo aguanto la presión, no presumo, es tan solo mi carácter,
yo jamás he pedido lo que tengo,
lo mejor es que pesa más que cualquier premisa en la balanza,
porque ha sido probado.
Nunca dije ser Dios sin pruebas o testigos.
Tu palabra no cambia nada de lo que soy.
Me parece perfecto que me juzguen,
demuestran su fervor hacia lo conocido.

Yo no quiero ayudar.
Nadie.
No guardo sentimientos, no confundan su mente con esa pantomima.​