monologo - antes del encuentro-

¿Y ahora? ¿Cómo te digo que solo pienso en ti?, ¿sí en ti? A horas de verte, mi cerebro no es capaz de sacarte de la memoria; mi intelecto, aquel que tanto te impresiona, no puede dejar de pensarte. Ya no concibe el orden de los números y ha perdido la capacidad de encontrar respuesta. Sí… ¿Cómo te explico que mi mente no piensa en otra cosa que en buscar palabras para decirte cuando te tenga frente a mis ojos? Que busco entre los libros que he leído la forma de empezar un encuentro contigo. No sé si deba acercarme a tus mejillas para saludarte… porque mi mente no concibe que me acerque a tus labios y no estamparte un ósculo que conecte mi mundo con el tuyo… Sí, ¿cómo te describo que a mis manos les cuesta escribir porque solo piensan en topar tu piel, en resbalarse por tus mejillas, en recorrer tus brazos hasta perderse enredadas en tus dedos?
Y no es un reclamo, tampoco es un reproche… es un monólogo entre mi yo, mi superyó y los tantos yoes que Freud se cansó de escribir en su monótona psicología…
Así estoy, mujer, sin saber cómo ser cuando la vea, porque mi mundo se volvió el de encontrarse con sus ojos y perderme en ellos…