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Muerto en Vida

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por licprof, 1 de Enero de 2025. Respuestas: 2 | Visitas: 169

  1. licprof

    licprof Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Años fumando como un escuerzo
    hacièndome bolsa, pelota
    destruyèndome inexorablemente:

    a los 16 años, mi primer cigarrillo, un verano soleado
    en la calle, y todo por juntarme con giles:
    giles que fumaban, se drogaban, tomaban alcohol
    y murieron jòvenes, al pedo, al
    divino botòn.

    A los 16, dejè de hacer deporte, yo
    que habìa hecho todos los deportes habidos y por
    haber, yo, que era, ni màs ni menos, que un
    deportista consumado (aunque amateur).

    A los 17 ya fumaba un faso tras otro:
    ya querìa dejar y no podìa: el tabaquismo me iba consumiendo,
    ademàs, me alcoholizaba solo, solari yirigoyen:
    recuerdo tomar una botella de cerveza de litro, una noche, en
    Constituciòn y totalmente borracho
    volver a mi casa, en medio de la noche desierta.

    Ya por entonces, era algo asì
    como una suerte de fantasma: vagaba por las calles sin rumbo fijo
    o con mi amigo Asdrubal Sebastiàn Carreño (¿què serà de èl?)
    tomàbamos 1 litro de cerveza en las plazas verdes y soleadas
    luego de engatusar al amable almacenero del barrio
    mediante vagamente sutiles artimañas
    o simplemente abusando de su confianza
    como si fuera un cuento de Felisberto Hernàndez
    (su narrativa completa adquirida ùltimamente
    en la Librerìa Hernàndez).

    O tomàbamos cafè con leche en El Coleccionista
    (arriba de ese bar notable vivìa Nalè Roxlo)
    y comìamos un tostado, invitado por moi.

    Còmo lamento haber gastado tanto dinero al pedo
    en esos antiguos kioscos de mierda
    que me vendìan veneno como hacièndome un favor
    y nunca tenìan cambio: eran tan poco lo que ganaban
    con la venta de tabaco y otras porquerìas que
    so pretexto de no tener cambio
    te vendìan caramelos y otras mierdas
    que te hacìan pelota los dientes
    para no hablar del cigarrillo.

    Años bailando tango en esos salones llenos de humo
    que irritaba la vista, enrojeciendo los ojos: no se veìa absolutamente nada,
    nos manejàbamos con largavistas para invitar a bailar a las damas.

    Sentados en hileras, nos desplazàbamos en ronda
    en contra de las agujas del reloj
    por lo cual, el tiempo pasaba volando, se disolvìa
    como el azùcar en la taza de tè
    como las volutas del humo del cigarrillo
    que se volatilizaban en la nada.

    No obstante, bailàbamos con las bellas
    tangos, milongas y valses llamados criollos
    pero todo no era màs que un lìmpido pretexto
    una mera excusa galante
    para tenerlas en nuestros brazos
    y franelear suave y delicadamente
    sus tiernas tetitas
    llenas de maternal y sabrosa leche.

    A veces tenìamos la dudosa fortuna
    de acostarnos con ellas
    en los màs turbios hoteles de mala o buena muerte
    y en ese encamarse, creìamos ser felices
    alcanzando la efìmera y extraña
    felicidad del orgasmo, ese relàmpago inusitado
    ese dulce terremoto interior e imprevisto
    que llenaba las noches de dicha
    y lo real o mundo tendìa a extinguirse de pronto
    para dar solo paso a la existencia del placer.

    O cenàbamos en la taberna de la esquina
    con la profesora de gimnasia de dulces ojos
    o con la psicòloga lacaniana
    a los efectos no solo de morfar
    sino de entregarnos a bizantinas discusiones acerca de
    Lacan o el arte en general, por ejemplo:
    el arte era algo con su peso especìfico o la especialidad de la casa
    o era algo que simplemente atravesaba la vida entera
    disolviendo sus lìmites y abarcando en consecuencia
    el universo en general y o la naturaleza en particular?

    Còmo me gustaban las mujeres!
    Me parecìa mentira que pudieran existir criaturas tan bellas,
    por otra parte, era profundamente prejuicioso o directamente
    misògino, y por lo general, detestaba cordialmente
    su manera de ser, sus histerias, sus descontroles, su falta de ètica,
    sus intereses, sus egoìsmos, y en general, todo su mundo moral ...

    Amaba la belleza ardientemente pero detestaba
    la falta de verdad, de sinceridad, de autenticidad ...

    Una mirada machista ciertamente, propia de un machirulo, lo admito, no
    obstante, aquellos juegos sexuales o bàsicamente perversos
    o incluso sadomasoquistas, aceleraban el orgasmo, permitìan una
    cierta variaciòn sobre los mismos temas y la fractura de
    una cierta monotonìa, una cierta rutina detestable ...

    Pensar que hace años no tenìa esta molestia absurda
    hoy acaso reactivada a causa del llamado sexo oral ...

    Pero quiero volver a los màs gratos recuerdos:
    con mi amigo Asdrubal
    o mi amigo Claudio
    o mi amigo Alejandro Acobino
    hoy todos muertos por una razòn u otra
    suicidados por la sociedad ...

    Recuerdo las noches en que vagàbamos
    por avenida Corrientes: hurtaban libros de las librerìas
    ante la mirada atònita de los vendedores
    salìan disparados hacia el obelisco egipcio
    que como un falo està clavado en el corazòn de la ciudad
    en el centro profundo
    y es objeto de los màs variados rituales: las

    gentes se reùnen a veces a su alrededor
    con el objeto de celebrar algùn evento o victoria posible

    pero nosotros luego de tomar algunos copetines
    o de celebrar alguna muzzarela chorreante en alguna pizzerìa cercana
    o deslizàbamos algùn piropo en el oìdo de las bellas
    hoy un gènero en franca extinciòn como si se tratara de una especie animal
    o del reino vegetal.

    De ninguna manera arrojàbamos barrabasadas a las hermosas:
    de ninguna manera, en absoluto.

    Pero no tenìamos suerte alguna con las pendejas de nuestra misma edad
    por lo cual tentàbamos fortuna con las màs veteranas
    y nos sumergìamos en los lechos
    nos zambullìamos en las camas matrimoniales o no
    o entràbamos en los màs mugrientos y baratos hoteles alojamiento
    o albergues transitorios
    oscuros
    con redondas camas giratorias o cuadradas
    llenos de telarañas
    siniestros francamente hasta la nàusea
    hasta el hartazgo.

    Lleguè a tener un cajòn repleto de peines negros de plàstico
    y siempre estaba munido de una caja de profilàcticos
    para no tener malas sorpresas, martes 13 imprevistos.

    Pero lo cierto es que yo no tenìa un maldito centavo, una
    puta moneda partida al medio
    ya que me patinaba toda la plata ganada
    con el sudor de mi frente
    cafeteando absurdamente
    llevando una absurda vida bohemia
    que francamente no me llevaba a ningùn lado.

    No me explico còmo las bellas podìan aguantarme:
    es que no me soportaban realmente: era yo
    demasiado demandante, segùn ellas y segùn recuerdo que ellas decìan:
    nunca tenìa un maldito centavo, una fucking moneda
    partida por la mitad
    ya que me patinaba el dinero
    comiendo afuera de casa
    en los grandes bodegones del barrio
    siempre repletos de comensales
    ya que la comida era muy buena y muy barata.

    Incluso a veces, concurrìa allì mismo
    con alguna bella. Pero, mientras comìamos, algùn hdp
    miraba desmesuradamente a la hermosa en cuestiòn
    ponièndome los pelos de punta
    ponièndome la piel de gallina, no por el miedo, creo,
    sino porque no podìa estar peleàndome con medio mundo ...

    Esa bella era bellìsima realmente, al punto tal que yo a veces
    me preguntaba por què diablos me darìa pelota,
    por què me daba su amable atenciòn:

    fellatios en las plazas municipales
    allì mismo donde habìa existido hacìa algunos años atràs
    una escuela primaria
    detràs de los arbustos
    y mientras multitud de automòviles nocturnos
    pasaban por la avenida Independencia.

    Era tan bella esa mujer que las otras mujeres
    la miraban con admiraciòn
    tal vez se preguntarìan: què hace este encanto
    con este monstruo o mero adefesio con anteojos culos de botella
    y para colmo de males gordo y mal entrasado?

    La bestia y la bella.

    O con la rockera Alejandra en medio de un colectivo
    varios tipos le decìan toda clase de sandeces
    mientras yo no decìa ni mu
    tenìa que comerla doblada
    o simplemente me armaba y desarrollaba mi paciencia
    como varias capas de ropa frente al intenso frìo invernal
    o màs bien infernal

    porque el infierno si existe
    ha de ser como una pista de hielo
    una càrcel de hielo
    una vacìa catedral de hielo
    poblada de invisibles fantasmas
    cuyos dientes rechinan
    y que tiemblan como hojas ...

    Todas aquellas desnudas mujeres que amè
    cuando dejaban caer sus ropas
    eran relàmpagos que iluminaban las oscuras habitaciones
    llenando con su luz corpòreas
    aquellas sucias piezas de paredes descascaradas
    y espejos ya enmohecidos y aùn deformantes ...

    Pero antes de hacer el amor
    recuerdo perfectamente
    que me dirigìa al baño
    a los efectos de lavarme bien el miembro
    y orinar denodadamente antes
    por miedo a no poder acabar

    porque no se puede hacer todo a la vez
    y quien corre detràs de 2 liebres ...








     
    #1
    A goodlookingteenagevampire le gusta esto.
  2. goodlookingteenagevampire

    goodlookingteenagevampire .

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    Es un relato poético tan extenso como interesante y sin ninguna máscara o filtro lo cual se agradece.
    Un abrazo, licprof.
     
    #2
  3. AnonimamenteYo

    AnonimamenteYo Poeta fiel al portal

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    una buena reflexión crítica hacia las decisiones tomadas en la juventud
    tiene fuerza y es visceral
    buen escrito
    Feliz año :)
     
    #3

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