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Ni ángel, ni demonio

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Anave, 6 de Septiembre de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 607

  1. Anave

    Anave Poeta asiduo al portal

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    13 de Noviembre de 2008
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    El ángel entreabrió los ojos y notó que el día había empezado ya. Un sobresalto le recorrió el cuerpo y se puso inmediatamente de pie. Al hacerlo notó sus alas atadas pluma por pluma con infinidad de nudos, diabólicamente dispuestos.
    Ah... exclamó. El demonio no duerme.
    Y era cierto. El demonio había pasado la noche urdiendo sus tretas mientras el ángel dormía. El demonio era tenaz. Por su parte, el ángel era convincente; un buen defensor de sus razones, elocuente cual ninguno y a veces eso era suficiente. Pero el demonio siempre iba más allá. Era astuto como serpiente y tenía armas inimaginables bajo la manga.

    El ángel sacudió sus alas y comenzó pacientemente a desatar los nudos, pluma por pluma, hasta que quedó libre de ataduras. Mientras tanto el demonio ya había hecho un par de travesuras.

    Los ojos ardientes del ángel lo petrificaron algún tiempo. El demonio solo podía mover los labios y hacía con ellos mil gestos y se le adivinaban una serie de improperios.

    El ángel aprovechó para avanzar un tanto en su campo de batalla. Es lo mismo todos los días, pensó y vio al demonio petrificado que le sacó su bífida lengua en son de burla.

    El ángel movió su hermosa cabeza de un lado a otro y hubo en sus ojos un atisbo de misericordia. Chasqueó los dedos y descongeló al demonio el cual se revolvió sobre sí mismo disgustado de que el ángel le haya tenido lástima y fue a esconderse a su rincón favorito, el de los sueños sugerentes y allí se pasó rumiando su enojo el resto del día.

    Mientras tanto, en la soledad de su habitación Marta María se sentía dividida. Todo ese día se la había pasado luchando consigo misma para tomar una decisión. Solía sucederle a veces. Se sentía especialmente cansada y malhumorada. Se preguntaba si todas las personas tenían que pasar por esto. Marta María era especialmente indecisa y el mundo estaba tan lleno de duales posibilidades. Al imaginarse todas las encrucijadas que seguramente le aguardaban en su camino estuvo a punto de entrar en pánico. Pasaron las horas con dramática lentitud. De pronto, como la llegada de la aurora, la convicción surgió dentro de su alma y todas las piezas de su minúscula vida encajaron perfectamente. En ese instante supo exactamente lo que tenía que hacer...

    Y allá, en lo más profundo de sí misma el demonio y el ángel habían decidido hacer las paces y yacían abrazados, haciéndose el amor...
     
    #1

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