No te marches...

Soñamos, reímos, amamos, dormimos.
Siempre hubo un nosotros en el que creímos.
Te vas destruyendo lo que sentimos,
mi cuerpo y mi alma tristes te despedimos.

No puedo creer que se desvaneciera todo.
Solíamos ser tan perfectos para todos.
Pero te tendré que olvidar de algún modo,
aunque termine ahogada en el lodo.

Cómo olvidar tu sutil aroma de confianza,
cómo recupero la imperdible esperanza.
Cómo logro equilibrar la balanza,
si algo crece poco a poco en mi panza.

Te vas y me echas al olvido,
tirando junto a mi todo lo que hemos vivido.
No sabes que hay algo que ha crecido,
producto del amor que no se ha ido.

Soñamos, reímos, amamos y dormimos.
Varias noches de pasión enloquecimos.
No te marches, no me abandones...
por tu hijo te pido que me perdones.

Si alguna vez agoté tu paciencia
o te aburrí con tantas exigencias,
piensa que eres parte de mi existencia,
que no sobrevivo con tan grande carencia.

Mírame a los ojos y olvidaré lo que te he dicho.
Te juro que no te olvido, es sólo un capricho.
No te vallas, yo te lo suplico.
Por mí, por ti y por nuestro hijo.

 

¡ P R I M E R O ! . . .
Poderosamente intimista tu obra, con matices melancólicos, con ráfagas de conflictos inconclusos, que desbordan en el hijo que crece anónimamente.
Si no se trata de inspiración poética, pues, sólo el perdón y el amor pueden recuperar las confianzas.
Te dejo un fuerte abrazo y mis estrellas por esta historia conmovedora...