Para la inocencia que maté

Aquella daga fue sin querer
aunque ya te acuchillé.
Quiero limpiar la sangre seca
y enterrarte en el confín
donde acaban las parcas
de plantar su jardín.
A veces te intenté resucitar.
Vanos intentos de una vida ruín
para conseguir la felicidad
que te llevaste en tu fin.
Recuerdo los ríos de tinta,
roja tinta de tus venas
que lloraste por la boca,
por esa boca llena de penas.
Ahora el amor me acosa
y me daña por doquier
y ya no estás tú para decir
que aún estoy en la niñez.
Follada por un perro callejero
la inocencia que un día yo sentí
rememora la vieja daga clavada
que yo mismo le metí.
Pero ella está en el cielo
y yo estoy sufriendo aquí
aunque creo que ya es hora
de parar de escribir.

 

Me gusto tu forma de escribir... en ese sentimiento es de pocos...

 

Muchos hemos tenido que llorar sobre la tumba de la inocencia. Y sin embargo, alguien nos echó la maldición y debemos sufrirlo sin excepciones.

Muy buen tema. Saludos,

 

Coincido con la idea de Dama, no hay nadie que no haya tenido que llorar sobre la tumba de la "inocencia". Todos pasamos por esos malos momentos.​

 

Muchas gracias por vuestros comentarios. Todos hemos llorado sobre la tumba de la inocencia y todos nos acostumbramos a vivir sin ella pero a veces intentamos resucitarla como salvaguarda de la felicidad y ese es el problema al que verdaderamente nos enfrentamos.
Muchas gracias.