Poco tiempo para amarte

Sobre aquellos restos de sombras olvidadas,
abrumado por el aburrimiento, miraba como
mariposas de la noche iban llevándose mi luz,
formando muecas burlonas con ella.

Entre breves destellos y melancolía incierta,
sentimientos confusos ocupan mi espacio,
donde nada, ni acaso un pensamiento, llena su vacío,
un vacío tal, que hasta los sueños duermen.

Si no fue la casualidad, quizá magia provocada si,
brevemente, con sorpresa, en silencio te nombro,
y en una lenta llegada de trémula luz,
aún en trazos inciertos surges indescriptible.

Comienzo a observarte, detenidamente, a través del cristal,
no se hablar de la belleza, pero la fascinación está;
callado veo cómo inquietos rayos van formándote,
mientras luces y sombras te pintan en color.

Te retengo frente a mí, detengo tu tiempo,
busco expresiones escondidas que habitan en ti;
a veces pareciera un extraño encuentro entre
una propia levedad torpe y un tiempo ajeno.

A hurtadillas, sin que lo sepas, me adentro en las imágenes,
con cada detalle me siento viajero de un mundo nuevo;
de pronto una niebla cubrió el entorno, abrumaba todo,
el silencio calló, hostil encuentro,
dos asuntos irreconciliables, extremos, ansiosos,
el vértigo me invadía,
ni las palabras ni la tinta fluían,
sabía quiénes eran: la pasión y la razón,
cada una envuelta con sus misteriosos argumentos,
sacudiendo mi conciencia y sentimientos;
agotado, taciturno, solamente fui yo quien perdió,
todo por querer evitar lo impostergable.

Al percibir el final, las emociones también se van,
lejanos sonidos de no sé dónde te llaman,
engaño, pesaroso, mi interior para no oír;
juntas todo, luz de luna extiende la sombra de tus pasos,
allí, de pie ante la lejanía, solo una lacónica mirada,
nada sabré con certeza, amanecerá hoy como cualquier día,
después sólo pensaré en que nada sucedió;
recién sé que mis sueños duermen nuevamente,
ahora que terminé de escribir tu nombre.