Psilicibina

Siempre allí, todavía
donde la sentí
vestida de fiera y luz punzante
llena de instinto y brillo
saliendo de una boca inmensa
como de tierra. Brusca,
abríose toda entre mis pasos
mientras toda
su piel aterciopelada
iba cubriéndome de fría savia
y los átomos
de alquitrán iban deshaciéndose
desintengrando mi pasada hora mundana.

Era aquél que ya no era sino iba siendo
como una angostura de piel malsana
tragando la oscuridad,
como un extenso campo
cansado de parir lo ajeno, inmóvil
apropiándome de ecos,
de palabras movedizas y risibles
hornos de fugaces traslaciones.

Mas fueron mis pupilas
las atónitas,
absorbiendo el fluir
de su danza hipnótica,
las hundidas,
las que masticaron lo poco que quedaba.