Reflexión a partir de la astrología

Él era un loco, un loco con ganas de crecerse.
En él no había templanza, ni equilibrio, ni ganas de tenerlos.
Él vagaba por el mundo, intentando deslumbrar con su locura.
En el fondo no era maligno, era un loco que le vio los pies al demonio.
Él vio a la Luna e intentó convencerla, pero ella lo ignoró porque comprendía la locura, los peligros, había tenido enemigos y eso la hizo ser fiel a la cordura.
El loco gritó unas palabras sobre el mundo, pero nadie le dio importancia, él las volvió a gritar, esta vez el mundo las entendió, no soportaba su arrogancia, pero a la vez lo escuchaba; se preocupaba; temía que pudiera contagiarlo.
El mundo había experimentado la confusión, una confusión que afectaba y desequilibraba los ojos de la dama.
La venda de la dama se deslizó, dejando entrever sus ojos, con sus ojos ella veía sentimientos; sentía pena; sentía amor; sentía alegría por el bien y el mal ajeno. Eso estaría bien si tan solo los ojos de esa dama no fueran los de la justicia.
La justicia solo ve la verdad; solo ve lo real, a través de esa venda que le aleja de lo superficial.
Cuando sus dos ojos eran libres de la venda, ella decidió seguir sus influencias, y juzgo al loco y al mundo.
Ella enfureció por el loco, pero a la vez sintió pena por él y lo dejó marchar sin más.
El mundo enfureció; odió a la justicia, y todo el respeto que tenía cambió, ahora no era el mismo, la destrucción gobernaba su vida; estaba invertido.
La templanza vio al demonio reírse, ella le preguntó que le pasaba, él le dijo que amaba a la justicia.
Ella al escuchar esto se sorprendió y sin darse cuenta su balanza se deslizó.
La templanza ya no era ella, su balanza estaba invertida.
El equilibrio no existía, ni los valores.
Nada ocupa su lugar, todo el mundo perdió su identidad, sus ideales, nadie veia nada solo hacían lo que el loco les mandaba.
La muerte dejó de ser muerte y salió con su guadaña en busca de almas inocentes.
Los enamorados dejaron de amarse y a la vez se fueron con otros amantes.
La torre fue exterminada por el rayo, por lo tanto, la intriga, el dolor, todo desapareció.
El carro descarriló por el descontrol de los caballos.
Todo se destruía poco a poco, en el mundo ya no había equilibrio, no había sentido común. Los sentimientos desaparecieron, no se escribieron más poesías, la música no existía, ni el silencio, ni siquiera el vacío.
Todo el mundo era igual, todos hacían lo mismo y no había combinación, no existían los adjetivos, todo era tristemente igual.
Lo único que quedaba vivo era la locura.